Otra Remake



-En circunstancias apropiadas un productor podría hacer más dinero con un fracaso que con un éxito, – le dice casi sin darse cuenta Leo Bloom, el contador, al fracasado productor teatral Max Bialystock. - Usted puede pedir a los inversores un millón de dólares, gastar cien mil, y guardarse el resto.
En este ínfimo diálogo de la grandiosa comedia musical de Mel Brooks, The Producers, está concentrada, como un elefante en un dedal, una idea poderosa. Fijémonos sino en los ingredientes de la trama:
La primera tarea de los nuevos socios es encontrar la peor obra teatral jamás escrita que garantice un fracaso la misma noche del estreno. La obra elegida es “Primavera para Hitler”, un auténtico despropósito, una oda al Führer firmada por un trastornado autor neonazi. Lo segundo es contratar al más fracasado Director teatral que pueda haber y un elenco de malísimos actores. Con los derechos de la peor obra jamás escrita y un contrato firmado por el director más desastroso de Broadway, Max y Leo regresan triunfantes a su oficina. El último paso es conseguir dos millones de dólares de los inversores y Max lo logra fácilmente seduciendo a todas las ancianitas adineradas de Nueva York.
La trama es tan poderosa que no solo es la acción de la obra, sino que es la idea que mueve el mundo financiero hace muchísimos años: Las fortunas se hacen con grandes fracasos. “La guita no la hizo laburando”, solemos decir de cualquier millonario. Y sí, es así. No sabemos si la verdadera intención de Mel Brooks fue hacer una simple y disparatada comedia musical, o una crítica del capitalismo financiero. Quizás sea una mezcla de las dos cosas.
¿No les recuerda a algo esta comedia musical? ¿No les resulta familiar esta disparatada trama?
Bueno, usemos el mismo argumento como una alegoría de nuestro propio presente de la siguiente manera: los argentinos estamos asistiendo a la peor obra teatral jamás escrita, y sabemos que es un fracaso rotundo porque ya vimos varias obras parecidas. No tendríamos ningún problema en titularla “Primavera para Hitler”, porque  sabemos que está pergeñada por una banda trastornada de autores neonazis. Está de más decir que para llevarla a cabo contrataron al peor y más desastroso director que podía haber en nuestros pagos, el más Gato de todos, el más inepto y venal, junto al peor elenco de actores de los últimos 50 años. Con este combo explosivo salieron a buscar inversores, ancianitas adineradas del norte, que fueron seducidas fácilmente, porque el negocio era redondo y con cero riesgos.
Bueno, parece que la trama funciona. Mel Brooks es un genio. Pero lamentablemente esto no es una comedia musical, estamos hablando de la vida de millones de personas y del futuro de otros tantos millones. No hay dudas que esta patética obra será un fracaso trágico, trágico para todos los argentinos, y un éxito millonario para una minoría de elite. No hay dudas de que se repartirán las inversiones que nunca se invirtieron y nos dejaran las deudas que nunca se terminarán de pagar. No hay dudas, nadie irá preso.
Sin embargo hay algo muy curioso y más difícil de explicar: cómo es posible que el público siga pagando la entrada a un espectáculo que es un fracaso asegurado de ante mano, la peor obra jamás montada, que a su vez es una burda adaptación de otros fracasos. Una obra macabra, con un poder de daño tremendo, en donde una vez que caiga el telón no se oirán aplausos ni risas, ni siquiera habrá actores ni directores ni guionistas que salgan a dar la cara ante tremendo fraude. La culpa será nuestra como siempre, porque como se suele repetir, tenemos los gobiernos que nos merecemos.

Mientras tanto, y a pesar de todo, señoras y señores, el show debe continuar…

Editorial 
El Nido del Cuco
16 de Noviembre

La guerra por otro medios



H. G. Wells publicó su novela “La guerra de los mundos” en 1898, en donde se describía una invasión marciana a la tierra, relato que marcaría para siempre este género de ciencia ficción. Treinta años después, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles presentó una adaptación de la novela para radio en la red de Columbia Broadcasting System, que transmitía de costa a costa de los Estados Unidos. Bajo su dirección, la obra fue escrita e interpretada para que sonara como una transmisión de noticias acerca de una verdadera invasión procedente de Marte, una técnica que, presumiblemente, tenía por objeto aumentar el efecto dramático. A medida que la obra se desarrollaba, esta era interrumpida varias veces por boletines de noticias falsas que decían por ejemplo, que un enorme objeto en llamas había caído en una granja cerca de Grovers Mill, Nueva Jersey, o un mensaje del presidente Franklin Roosvelt (imitación del mismísimo Welles) alertando a los ciudadanos del ataque alienígena.
A pesar de que la audiencia fue advertida en dos oportunidades de que era una obra de ficción, un radioteatro como diríamos nosotros, la gente comenzó a entrar en pánico y una multitud se echó a las calles despavorida, algunos se escondían en los sótanos, otros cargaron sus pistolas, muchos envolvieron sus cabezas en toallas mojadas como medida de protección contra los gases tóxicos de Marte, los teléfonos de las comisarias y los de la radio no paraban de sonar, incluso hay versiones no corroboradas de una ola de suicidios. Ante tal alboroto, un día después Welles tuvo que salir a pedir disculpas.
Sin embargo varios periódicos alabaron el programa de Orson Welles con calificativos tales como: “Hitler logró asustar a todos en Europa hace un mes, pero al menos tenía un ejército y una fuerza aérea para respaldar sus palabras… pero el señor Welles metió el miedo a la población sin nada en absoluto…”
Sin lugar a dudas Orson Welles fue el precursor de lo que hoy llamamos “periodismo independiente”. Su genio logró construir una estructura de dramatización radial que tuvo efectos concretos a pesar de haber alertado a la audiencia de que era una ficción. Seguramente los popes de los medios vieron en este acontecimiento algo que no podían dejar pasar por alto. Y no solo no lo dejaron pasar, sino que lo mejoraron y lo hicieron extensivo a la televisión y los diarios.
En Argentina venimos de presenciar una Guerra de los mundos, en donde unos genios macabros adaptaron un guión apocalíptico donde se repetía todos los días que mañana era el fin del mundo, como buenos Testigos de Jehová. A pesar de que la audiencia fue advertida en varias oportunidades de que era una obra de ficción, un radioteatro trágico repetido, la gente comenzó a entrar en pánico y una multitud se echó a las calles despavorida en marchas del odio, otros cargaban sus pistolas esperando el golpe, mientras millares compraban dólares blue para no caer en la miseria y envolvían sus cabezas en papel prensa como medida de protección contra los gases tóxicos del populismo. Gracias a Dios el guión preveía un Mesías blanco de ojos celestes, un Newman que nos traería el Paraíso de la Felicidad y nos salvaría de ser una puta Venezuela. La gente compró las entradas a esta farsa y hoy asisten a un verdadero espectáculo de horror como víctimas de una guerra, donde su sangre riega los campos de la opulencia de una minoría. Por eso podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que hubo un suicidio en masa, aunque nadie lo quiera corroborar.
A diferencia de Welles, acá nadie saldrá a pedir disculpas. ¡¿Por qué lo harían?! El poder económico está deslumbrado de los resultados conseguidos, ya que en otras épocas tenían que recurrir al ejército, las torturas y las desapariciones, pero estos genios malignos metieron el miedo a la población sin nada en absoluto.

Les informamos en este boletín, barriletes cósmicos del voto, que la invasión fue todo un éxito.

Editorial
El Nido del Cuco
26 de Octubre

Alto Bondi



El Bondi es un medio de transporte popular, como el tren. Como lo usan los trabajadores y la gente de a pie, debe ser económico y en lo posible eficiente. Porque todos los días millones de personas se movilizan en él para ir a sus trabajos o buscar uno. Por eso cuando vemos el montaje armado en donde se lo ve a mister president de la Nación viajando en un colectivo en Pilar con gente común y morocha, dialogando amenamente como si fuese uno más, no hace falta que alguien nos advierta que es una farsa armada para que los medios militantes muestren a un presidente cerca de la gente trabajadora que le sonríe y le charla en pleno viaje, contrarrestando así la opinión general de que solo gobierna para los ricos. No hace falta que nos muestren que bajó de un helicóptero, y que, rodeado de una guardia imperial se suba a un colectivo lleno de punteros PRO para hacer un recorrido de algunas cuadras por una calle de tierra desértica solo para la foto.
A ver, todos sabemos que nació en cuna de oro y que no conoce lo que es trabajar, ni viajar en transporte público, ni siquiera habrá manejado en su vida un auto porque siempre tuvo chofer. Tampoco sabe lo que es pasar hambre o frío, o perder el laburo y tener que llegar a casa con la cabeza gacha y la angustia atravesada en la garganta por la incertidumbre de mañana. Precisamente en sus gestiones de gobierno fue cuando aumentaron astronómicamente los pasajes de los transportes, multiplican la rentabilidad de las empresas privadas, que reciben subsidios y no invierten, y pierde el pasajero, que paga caro para viajar mal. Es este mismo presidente el que le echa la culpa a la gente por la crisis energética, la derrochamos porque era barata, andabas en remera en tu casa en invierno maldito fucking crazy, por eso te abrocha un tarifazo confiscatorio como nunca se vio en la historia. Y por si fuera poco te dice que sos un vago, que abusas de la licencia y que en última instancia sos un palo en la rueda cuando salís a defender tus derechos.  ¿Y todavía no te diste cuenta que te habla como un patrón de estancia?
Bueno, no sé si te acordás, en campaña era más peronista que Perón, y acusó de campaña del miedo al otro que te advertía que esto iba a pasar. Y las únicas promesas que cumplió inmediatamente después de asumir son las que les había hecho a los empresarios y a la oligarquía rural. Cómo será el desprecio que siente por las clases populares y los más pobres que manda a un juez a quemar cunas, cunas destinadas a los que ya nacen sin nada. No es algo simbólico, es la consecuencia del odio revanchista de los que creen en la meritocracia, los mismos que antaño pregonaban que los negros levantaban el parqué para hacer asado y que no laburan porque no quieren, porque laburo hay. Son los mismos que hoy juran que el populismo se acabó. Vinieron a acabar con el Estado, porque sabés qué, el Estado sos vos, no es un gobierno. Por eso te quieren convencer de que el Estado es un aguantadero del peronismo, lleno de ñoquis y militantes. ¿Será por eso que los están echando como a perros rabiosos y poniendo a sus amigos con sueldos gerenciales? El achicamiento del Estado es una fórmula conocida que ya sabemos en qué termina. Un Estado ausente, un Mercado violento e impune.

Por eso cuando vemos a un Macri viajando en bondi, solo nos queda una cosa por hacer: bajarlo a patadas en el culo, sabés por qué, porque seguro es uno de esos degenerados que te apoyan y eyaculan con carpa, y después le echa la culpa al de atrás. 

Editorial
El Nido del Cuco

Reos de la propiedad



Hay grietas más viejas que la de ser K o anti K. Hay una que divide a las personas entre delincuentes y ciudadanos. Pero ojo que cuando hablamos de delincuentes no nos referimos a financistas, funcionarios o narcotraficantes, sino más bien al ratero común y corriente, que a pesar de ser menos peligroso que los anteriormente enumerados, son una amenaza siempre latente y cercana a la propiedad y seguridad del vecino. Los grandes medios de comunicación hicieron un trabajo fino y maquiavélico durante décadas para que esa grieta sea un abismo infranqueable, instalando el tema de la inseguridad como uno de los más graves problemas que sufría la población. Destacó la total indiferencia o ineptitud de parte de distintos gobiernos para resolver el problema, para que renglón seguido apareciesen los apologistas de la mano dura, la baja de edad de imputabilidad, la pena de muerte o en última instancia la justicia por mano propia. En 1990 el caso Santos dividió las aguas, y no fue casualidad ni ingenuidad que lo bautizaran El Justiciero. Hay un deseo profundo en gran parte de la clase media argentina de ser un Charles Bronson o un Sledge Hammer. Sueñan con ser un justiciero que mata rateros o un policía violento al margen de la ley.
Hay una falsa idea inoculada en el sentido común de que la inseguridad es producto del exceso de garantías y derechos que tienen los delincuentes, que entran por una puerta y salen por la otra, o de la falta de un castigo ejemplar que haga recapacitar al bandido antes de cometer un delito, por ejemplo la pena de muerte. Sin embargo las estadísticas demuestran que en los países o Estados donde se aplica la pena máxima, los delitos y asesinatos no han disminuido, y también dejan en claro que los condenados son en su mayoría negros y pobres. Tampoco es verdad que haya exceso de garantías, sino en todo caso, que cuando no las hay se gobierna de facto o se violan los derechos humanos.
Hoy resurge la polémica con el caso del médico que mató al ladrón en extrañas circunstancias. Los periodistas, si es que se les puede llamar así, se frotan las manos y con los ojos en blanco, arrebatados por un éxtasis de fachismo místico, vierten su doxa venenosa sobre el sistema nervioso del medio pelo argentino, que inmediatamente se identifica con el médico y justifica su reacción como una legítima defensa. “Si salís calzado podés ganar o perder”, dijo un pseudo-periodista refiriéndose al delincuente. Pero esa máxima, aunque no lo advierta,  vale para ambos.
La pregunta es ¿qué es lo que está en juego? En última instancia lo que se defiende es la propiedad privada y la dignidad de un trabajador hecho y derecho, que todo lo que tiene lo hizo rompiéndose el culo trabajando, porque esos son los valores con los que lo educaron sus padres, para que un negro vago se lo venga a arrebatar sin más esfuerzo que empuñar un arma. Pura mierda de clase media que lustra su dignidad con valores conservadores y mira de reojo a los menos afortunados. Se creen más porque tienen más. Ser es tener, lo dice cualquier publicidad. Y de esta forma el señor propietario es poseído por las cosas, que valen más que la vida de un nadie. Así viven, cautivos del miedo.
La culpa tarde o temprano clava su aguijón, porque todos saben que lo que a uno le sobra es lo que a otro le falta. La tremenda desigualdad de recursos y oportunidades que es inherente al sistema capitalista propicia una guerra sin cuartel entre los que sostienen la pirámide. Una guerra que alimenta a los más ricos y a un sistema perverso de poder. Ni la mano dura, ni la pena de muerte, ni los justicieros solucionan las desigualdades del sistema. Mientras los pibes chorros matan en las calles o mueren en las cárceles, los hijos de la clase media se ahogan en alcohol y drogas, y muchas veces matan al volante. La Justicia, que siempre tiene los ojos vendados, deja libres a unos y condena a otros, porque no hay peor atentado que el que se hace contra la propiedad privada.

Vivir, en definitiva y como dijo el poeta, vivir solo cuesta vida. 

Editorial

El Nido del Cuco

La parte cívica


      Algunos se preguntarán por qué el presidente de la Nación habla de una guerra sucia al referirse a la última dictadura cívico-militar y relativiza el número de desaparecidos al decir que es una discusión sin sentido. ¿Será porque el grupo empresario de su familia creció exponencialmente a la sombra de los genocidas? ¿Será porque Cavallo y Melconian en el 82 llevaron a cabo el mayor acto de “socialización” de la historia económica argentina al estatizar la deuda externa de más de 70 empresas, entre ellas las del grupo SOCMA, transfiriéndole al pueblo una deuda de más de 23 mil millones de dólares? ¿Será porque Martinez de Oz fue asesor de Mauricio Macri durante muchos años? ¿Tendrá algo que ver que ahora los genocidas terminan sus condenas en sus casas?
Cuando hablamos de dictadura cívico-militar, en esa parte cívica entran todos estos empresarios que odian el socialismo pero que aman socializar sus deudas. En esa bolsa de gatos están los Macri, los Perez Companc, los Fortabat, los Bulgheroni, Cargill, La Nación, Clarín, Papel Prensa, Blaquier y una larguísima lista de subsidiados de elite. Sus fortunas fueron amasadas con sangre y terror, mediante el apoyo y la participación en un plan económico y parapolicial, que para llevarse a cabo desapareció y torturó a toda una generación de argentinos. En los 90’s volvieron a los ministerios junto a Cavallo, e hicieron otro desastre económico de proporciones más grandes. Entre las privatizaciones y una nueva socialización de pasivos, dejaron al país con más de la mitad de sus habitantes por debajo de la pobreza, y una crisis que agudizó el gobierno de la Alianza, otra vez con Cavallo a la cabeza.
¿Por qué esperar entonces que esos empresarios, que fueron y son parte de un poder perverso, mezquino y venal, hoy nos hablen de crímenes de lesa humanidad y de 30 mil desaparecidos? Fueron partícipes necesarios, beneficiarios directos, cómplices y autores del genocidio y la estafa que se llevó a cabo. No es por ignorancia que reivindican la dictadura y los 90’s. Es por filiación ideológica, por militancia servil y criminalidad impune. Se nota en los discursos del presidente y sus ministros el asco y el desprecio hacia todo lo popular, la desidia y el odio con la que están destruyendo la asistencia social del Estado y cualquier institución de inclusión. La impúdica transferencia de recursos del sector público al privado habla a las claras de quienes están en el poder. El terrorismo de Estado vuelve con nuevas armas de destrucción masiva. Pero ojo, son parte del poder, pero esclavos de un poder más grande. Así le rinden pleitesía al revanchismo de odio retroactivo que venía germinando en esta última década. Con el sí flojo obedecen sin medir las consecuencias, estos empresarios que son como piojos resucitados de la política.
Hoy están perdidos en un laberinto desconocido. Quizás esa sea nuestra única ventaja, que no tengan un líder ni un proyecto, tan esencial en la política. Pero no hay que subestimarlos. Hace 40 años fueron capaces de hacer cualquier cosa con tal de exterminar el populismo peronista e imponer su poder. Hoy ya se están empezando a ver signos de aquel pasado nefasto: represión de manifestaciones, ¡hasta a los jubilados les pegan!, ajustes y tarifazos al sector popular, liberalización de la economía, una granada en la puerta de la casa de una jueza, persecución ideológica y judicial; y no nos olvidemos que el triunfo de esta alianza ultra conservadora comienza el 18 de enero de 2015 con la muerte del fiscal Alberto Nisman. Justo el año de las elecciones, justo el fiscal que había denunciado a la presidenta Cristina Fernandez. Si de eso son capaces, tenemos que estar preparados para lo peor.

Y bueno, para todos aquellos que querían un cambio y votaron a esa parte cívica de la dictadura, los cucos queremos dejarles para la reflexión una frase de un genio del siglo XX, Albert Einstein, que dijo: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. La definición de la locura es continuar haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.”

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
17 de Agosto de 2016

Viva el Pop


     Dentro de un par de semanas se cumplirán ocho meses de gobierno de esta especie de CEO-Liberalismo, del mejor equipo de los últimos 50 años según Mauricio Macri. De seguro quedará como el peor de la historia, pero no podemos negar que será recordado como el más coherente, teniendo en cuenta que sigue a rajatabla y de manera rígida e inflexible el lineamiento ideológico del nuevo orden mundial. Desde el vamos, conformaron un gobierno gerenciado por CEO's y algún que otro mamarracho para debilitar el poder político del Estado, vaciarlo de ideas y proyectos, y alejarlo de la gente construyendo una piramide sin escalones. Ya lo habían dicho, el país hay que manejarlo como una empresa, y una empresa debe ser rentable, y si no se recurre a las variables de ajuste con el gerente de recursos humanos.
Todo indica hasta hoy que hemos entrado en una nueva etapa de colonialismo, en donde el imperio es transnacional y financiero. El nuevo Virreynato del Río de la Plata dejó en claro que asume los tres poderes. Los decretazos y los mamarrachos jurídicos a los que se presta cierto sector de la justicia así lo confirman. El Congreso es un Cabildo abierto a las débiles voces opositoras que van capitulando después de varios carpetazos, para sellar los salvoconductos de la infamia. El circo mediático se encargó de desprestigiar la política colgándole valijas de guita sucia mientras te anuncian la revolución de la alegría con tarifazos y despidos. Los globos de colores decoran sepulcros blanqueados y los fariseos todavía intentan convencerte de que esa es la verdadera casa de un ciudadano austero.
El cambio no era para vos, es para ellos. La coherencia neoliberal-conservadora trabaja para sí misma, y queda claro en los discursos de sus voceros el nivel de desprecio, de indiferencia e insensibilidad social para todo lo que quede por debajo de su clase. No les importa que te cagues de frío, quieren que te cagues de frío. Quieren que todo te cueste muchísimo, que la diferencia en la calidad de vida entre vos y ellos sea abismal, te quieren ver de pata al suelo, como hace doscientos años. Lo contrario es una irrealidad, una ilusión que tarde o temprano se paga caro. ¿Qué es esto de universidades por todos lados y fútbol gratis? ¿Nadie se dio cuenta que las pibas se embarazan para cobrar millonarios planes sociales? El populismo es un espejismo de alquimistas del relato y el Estado no es un aguantadero social.
Y a no olvidarse: solamente los países del primer mundo tienen derecho a subvencionar la economía, los servicios y proteger la industria nacional. La argentina está destinada a ser una granja agro-exportadora, o en el mejor de los casos un supermercado para el mundo de elite. Por eso vivimos angustiados cuando nos creemos la ilusión de ser independientes. Perdón querido rey, tus siervos vuelven a lustrar las cadenas y ajustar los grilletes. La revolución de alegres mitayos ya está en marcha.
Volvamos a un país magro, famélico, sin esa grasa militante ni esos ñoquis parásitos. Los verdaderos parásitos del Estado no aceptan competencia ahora que están de los dos lados del mostrador. Desideologisemos la política y hagamos del Estado un cajero automático. Basta de populacho. Mejor invitemos neonazis a la Rosada, que hacen pop, pop para divertirse.

Bienvenidos al Nuevo Virreynato del Río de la Plata.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
28 de Julio de 2016

Con la casa tomada


    Dentro de 3 días se cumplirán 200 años de la declaración de la independencia. Los cucos sentimos que no hay nada que festejar. No con un gobierno que el día de la memoria invita al presidente de los Estados Unidos y el día de la independencia lo sienta al rey de España en la casa de Tucumán, casi como un pedido de disculpas por el atrevimiento histórico de haber querido negar nuestro destino colonial o reconstruir una memoria hecha pedazos. Escucharemos discursos fríos y almidonados sobre la Patria y biografías nivel escolar sobre los libertadores. Estos nativos venales seguirán el protocolo oficial a pesar de que desprecian lo autóctono y popular del asunto; en el fondo sueñan con ser ejemplares súbditos del rey.
Así como Rivadavia y compañía traicionaron a los libertadores y promotores de una Patria Grande, para consolidar una factoría agroexportadora y ser adoptados por una nueva madre patria que nos abriera las puertas de la civilización, hoy la puñalada traicionera vino de mano del pueblo, que eligió en las urnas a esa oligarquía histórica, promotora de una patria chica, muy chiquita, en donde no hay lugar para todos.
200 años de historia pasaron ¿y no pudimos construir nada mejor que esto? Ahí están, los mismos cobardes y delincuentes en el poder, los mismos terratenientes y ganaderos alimentando barato al primer mundo, los mismos miserables en el Congreso abalando el saqueo y la miseria en nombre de un sinceramiento de elite corporativa, ahí está la misma prensa cómplice que no le importa escribir con sangre nuestro epitafio colonial.
Somos como la selección de fútbol. Tenemos a los mejores, llegamos a las instancias definitivas, pero en la final no metemos un gol, y el mejor de nosotros manda la pelota a la tribuna en un penal decisivo. No podemos levantar una copa, no creemos en nosotros mismos. Y cuando parece que lo vamos a lograr todo se derrumba.
Hay un cuento de Julio Cortázar que quizás define un poco nuestra idiosincrasia: Casa Tomada. Una casa grande y cómoda para una pareja de hermanos que viven de la renta del campo. Despreocupados, rutinarios. Hasta que un día le ocupan la parte de atrás. No importa, cierra la puerta del pasillo con llave, la vida continua a pesar de todo. Tratan de olvidarlo, de hacer como que no pasó nada. Ella teje, él revisa colecciones de estampillas de su padre. Así estaban bien, y poco a poco empezaron a no pensar. “Se puede vivir sin pensar”, dice él.

Así nos convencen todos los días a nosotros, se puede vivir sin pensar. Los delincuentes que tomaron la casa entrando por la puerta trasera, vienen a cobrar la hipoteca que mamá derrochó en una fiesta popular, esa ilusión y alucinación que tarde o temprano se paga muy caro. Mientras nos hacen sentir el olor sucio de la guita de la corrupción, destruyen políticas de Estado vía decretos, achicando así el Estado a tal velocidad, que cuando se nos ocurra reaccionar ya estaremos afuera, como los protagonistas del cuento, que una vez que se quedan en la calle, con una estúpida resignación cierran la puerta con llave y la tiran a la alcantarilla, no sea que a algún pobre diablo se le ocurra  robar y se meta en la casa, a esa hora, y con la casa tomada.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
6 de Julio de 2016

Sujeto Tácito



      Un norteamericano entra a un boliche gay, mata a 50 personas y hiere a otras tantas, pero los primeros titulares hablan de un atentado terrorista, de un fanático musulmán miembro de Isis, y del peor atentado terrorista de la historia de los EEUU después del 11 de septiembre. El más sagrado principio periodístico es violado descaradamente. El prejuicio racista y el odio infundado priman sobre la más mínima constatación de los hechos. La visión del negocio mediático hace caja y hace política. Construye o destruye la realidad.
En nuestro país los grupos mediáticos operan de la misma manera. Abusando del prejuicio, el estereotipo y la dramatización, logran su objetivo: que no pienses, o en definitiva, que seas pensado, que seas hablado, que seas opinado. Te convierten en un sujeto tácito. Y la realidad adquiere ribetes de ciencia ficción bizarra y absurda. Lo importante no es lo que te mienten, si no lo que no te dicen. En el sótano hay una caja de Pandora bien custodiada.
Hay signos o síntomas que demuestran esto. Los hechos de corrupción están dentro de lo que más indigna a la gente y a los periodistas. Pero depende de quienes sean los protagonistas de estos hechos serán denunciados y linchados mediáticamente, aunque no hayan pruebas concretas, o serán silenciados o legitimados, aunque las pruebas sean rotundas.
Por ejemplo, llama la atención que el mismo día que el presidente de la nación trae 18 millones del exterior, que no tenía declarados, cae José Lopez con 9 palos verdes, tampoco declarados, que intentaba esconder en un monasterio. Dos hechos del mismo calibre, dos tratamientos distintos. El primero “repatrió” dinero sin pagar impuestos, para invertirlo en el país en Letras del Tesoro, esos mismos bonos emitidos para pagarle a los buitres. El segundo es un claro ejemplo de la corrupción K, desfalcadores del Estado y narcotraficantes infiltrados en la política; dinero sucio, oloroso, sangriento. Fue tan deseado este último que Clarín modificó la tapa de su diario para que la noticia ocupe toda la portada. Son tan obvios que dan cuenta de su impunidad.
Objetivo cumplido: no pensar. Porque hay una pregunta que se impone inmediatamente, ¿cómo es posible que el presidente haya repatriado parte de su dinero si sus bienes están en un fideicomiso ciego? ¿Quién compra 18 palos en bonos sin que le pregunten de dónde sacó tanta guita y por qué no pagó impuestos? No importa, está Lopez, Baez, eso indigna más. La guita de Mauricio y su pandilla no se ve por televisión, no aparece en un baúl, no se ve gente contándola, no tiene olor, no tiene origen, no es. Existe pero no es, para ser hay que aparecer en la televisión. Ahí está el poder de la comunicación, del drama.
Está clarísimo, no importa la corrupción, importa el poder, y el poder hoy es la información y la comunicación, el Ser. La corrupción en definitiva es algo endémico, estructural y necesario, no de la política, sino del sistema económico. Es la pandemia mundial del capitalismo. La verdadera corrupción amigos, hoy está en el poder.

Por eso en este nido de cucos apostamos a pensar, a hacer las preguntas que no tienen signo de interrogación, a escuchar los silencios del medio, a destruir ese sujeto tácito que se humilla y degrada la inteligencia, porque si no podemos pensar y hablar por nosotros mismos, entonces nada habrá valido la pena.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
15 de Junio de 2016

Genealogía de lo inmoral


   Nadie a esta altura podría negar que estamos en medio de un cambalache mediático que no nos deja pensar correctamente, ni asimilar lo que está pasando. Estamos indigestados de información dudosa, de respuestas y soluciones que solo constipan. Falsos debates en donde nadie se escucha, en donde todos se acusan y nadie se hace cargo. Faltan las preguntas, las verdaderas preguntas, las que nos hacen pensar; las preguntas que incomodan, que molestan, que ponen todo en duda, que calan en la médula ósea social. Es el momento de una subversión política, de un cambio de paradigma.
33 años de democracia ininterrumpida no son garantía de un estado saludable de nuestra política. ¿Se ha formulado la pregunta acerca del valor de la democracia? Sí. Tenemos con qué comparar. Hasta ahora, en muchos aspectos, demostró ser mejor que las dictaduras cívico-militares. Pero, ¿ha frenado o ha estimulado hasta ahora el desarrollo humano? ¿Es un signo de indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida, o por el contrario, en ella se manifiesta la plenitud, la fortaleza, la voluntad de la vida, su valor, su confianza o su futuro? Estas preguntas, que nos llegan de boca de Nietzsche, encienden el fuego de una crítica de los valores. ¿Alguna vez nos hemos preguntado si este ensayo democrático nos ha fortalecido como sociedad, nos ha desarrollado espiritualmente, nos ha hecho dignos de nuestros logros y críticos de nuestras fallas? ¿O por el contrario, nos ha vuelto mansos, serviles, y por qué no idiotas? ¿Y las nuevas generaciones políticas, pudieron pensar en grande, han desarrollado proyectos revolucionarios, se han enfrentado a las viejas momias del poder? ¿O sucumbieron en la demagogia, en las viejas recetas que llevan al fracaso, en la mímica republicana que empequeñece y en un servilismo colonial consentido?
Hay síntomas. ¿Cuántas veces hemos tropezado con la misma piedra? ¿Cómo es posible que siga latente una mentalidad de telenovela obnubilada por globos de colores y evangelios apócrifos del amor? ¿Qué podemos esperar de un sistema que no ofrece garantías a los incrédulos? Porque no hay responsabilidad legal ni contractual de los candidatos. El fin justifica los medios. En campaña se puede prometer lo imposible, en el poder se puede hacer lo contrario con total impunidad. La genealogía de lo inmoral se expresa en la historia de la política y en el comportamiento popular.
Ningún sistema político es perfecto ni bueno en sí mismo, el valor está dado en los resultados, en los desafíos que despierte, en las fuerzas creativas que se manifiesten, en la alegría contagiosa. Hemos tenido experiencias cercanas, castradas a tiempo por esas fuerzas del odio y la venganza, que en su espíritu mezquino quiere empequeñecer todo.
Lamentablemente estos 33 años de ensayo democrático degeneraron en una Cacocracia, que es precisamente el gobierno de los peores, los que menos saben, y los que precisamente menos interés tienen en el bien común. Los cacos no solo son los ladrones, sino los timadores, estafadores y defraudadores que atentan contra un estado de bienestar y de derecho. ¿Qué nos pasó en estas 3 décadas para haber degenerado en esto? ¿Nadie se dio cuenta que rebobinamos la historia 40 años? Se necesita mucho tiempo para construir algo grandioso, se necesita muy poco para destruirlo. Evidentemente hay que ser manso, servil y estúpido para no reaccionar ante tamaña estafa.
Pero el ser humano es jodido y se sigue haciendo preguntas, practica a veces el arte de la sospecha, y prepara el terreno para una subversión. La lucha siempre es despareja pero no imposible.
Vamos a necesitar una profunda autocrítica. Nosotros los cucos no estamos acá para darte respuestas y soluciones, estamos acá para formular las preguntas que haría un loco, un sátiro o un bufón.

Feliz día de la Patria.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
25 de Mayo de 2016

24 horas de Odio

Todos los días a la misma hora se oía un espantoso chirrido que procedía de la Telepantalla, un ruido que le hacía a uno rechinar los dientes y que ponía los pelos de punta. Así empezaban los 2 Minutos de Odio.
Los programas de los 2 Minutos de Odio variaban todos los días, pero en ninguno de ellos el Traidor, el Enemigo del Pueblo, dejaba de ser el protagonista. Todos los crímenes, los sabotajes, las herejías, desviaciones y traiciones de toda clase provenían de sus enseñanzas.
Antes que el Odio hubiese durado 30 segundos, la mitad de los espectadores lanzaban  incontenibles exclamaciones de rabia. En su segundo minuto, el Odio llegaba al frenesí. Los espectadores saltaban y gritaban enfurecidos tratando de apagar con sus gritos la perforante voz que llegaba a sus oídos. Gritaban: “¡Cerdo! ¡Yegua! ¡Váyanse a Cuba!”, y arrojaban cosas a la pantalla.
Lo horrible de los 2 Minutos de Odio no era desempeñar un papel allí, sino que era absolutamente imposible evitar la participación porque uno era arrastrado irremisiblemente. A los 30 segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecía recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica, incluso contra su voluntad…

                      Nada más cierto eso de que la Realidad supera a la ficción. Este pequeño recorte de la novela “1984” parece hoy un texto pasado de moda, no porque aburra o sea anacrónico, sino porque el cinismo y la crueldad del mundo de hoy ha superado los principios de ese futuro distópico. Si George Orwell se levantara de la tumba y viera que no son 2 minutos, sino 24 horas ininterrumpidas de Odio que disparan las pantallas de todo el mundo, se sonrojaría de vergüenza al darse cuenta lo corto que se quedó o lo ingenuo que fue. No sé, quizás exagero, a lo mejor Orwell se divertiría de lo lindo y terminaría escribiendo sátiras y comedias absurdas.
Ahora, remitámonos a las consecuencias locales de esto. Las corporaciones económicas y mediáticas, dos caras de la misma moneda, supieron inyectar las sobredosis de odio y de miedo necesarias para que el rebaño, que se cree elitista, elija al peor verdugo que había en escena. Su finalidad fue entristecernos, desmoralizarnos, romper los lazos sociales, porque como decía Don Arturo: “Los pueblos deprimidos no vencen, nada grande se puede hacer con la tristeza”. Por eso tiemblan cuando ven a las mayorías vivir alegremente. Del miedo de las minorías se desprende el desprecio que aplasta sea como sea cualquier fiesta popular.
Y esto es mundial, y no tiene nada que ver con tiranías nacionales ni ideologías políticas. Es el Totalitarismo Global, que no tiene banderas; tiene marcas registradas, patentes, royalties, derechos de autor y organizaciones e instituciones mundiales que regulan el comercio, las guerras, las riquezas y el poder. El Gran Hermano no tiene Partido, ni nacionalidad, tiene bancos, jueces y abogados, y si esto no alcanza tiene ejércitos y armas de destrucción masiva, que no son solo bombas sino corporaciones mediáticas y publicistas. En este sentido George Orwell fue refutado por la Historia: los políticos y los partidos perdieron la guerra y el poder.

Ganó el éxtasis del miedo y la venganza, el odio vacío, el deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros peronistas con un martillo. Fuimos derrotados pero no vencidos. Ahora hay que luchar alegremente, bailando sobre el odio del enemigo. Ahora les toca a ellos sentir el miedo de una alegría indestructible.

Memoria del Futuro


    Thomas Eliot decía que la utilidad de la memoria era la liberación del futuro, porque la historia puede ser servidumbre o puede ser libertad. Sin embargo la memoria no se construye sola, y en este sentido a veces es más importante qué se elige olvidar. La memoria sin el olvido, puede convertirse en un infierno inútil como el de Funes el memorioso, que no tenía tiempo para pensar, porque el olvido es el tiempo libre del pensamiento, de la reflexión. El recuerdo está tallado por el olvido, como una escultura. La memoria es una huella, una pisada del olvido en la arena del inconsciente.
Ahora, no seamos ingenuos. Hay políticas de la memoria, revisionismos históricos e instituciones del olvido. No hay una sola memoria, ni una sola versión de la historia. Las verdades absolutas no existen. La memoria no está castrada por un pensamiento puro y desinteresado. Está cargada de emociones, pasiones y sentimientos. Es una huella que late, una herida que sangra, una cicatriz insensible o nostalgias en un álbum de fotos. Por eso reaccionamos cuando nos dicen que mejor es olvidar, que mejor borrón y cuenta nueva, como si fuesen números en una libreta. Nada más falso que comenzar con la memoria en cero. Nada más peligroso para la liberación del futuro del que hablaba Eliot.
Porque en los pliegues de la memoria está el duelo del pasado que forma la experiencia y nos libera de tropezar dos veces con la misma piedra, y a la vez nos permite ser protagonistas de un amor fati. También hace guardia una memoria castrense, de rencor y resentimiento, revanchista, que gira en los círculos del infierno dantesco de la repetición del pasado, convirtiéndonos en espectadores de una servidumbre consentida. Y hay también una memoria del futuro, a veces épico, a veces apocalíptico, que nos hace fuertes en la  alegría, o nos debilita en la tristeza.
Estamos condenados a elegir, diría un existencialista, entre un duelo con épica, o una repetición apocalíptica. Dos tipos de memoria, dos formas de vida. Libres o esclavos nos hará la memoria más allá de lo que pase en el mundo.

Y ojo, que la memoria no nos libera si no es subversiva, y el olvido nos vuelve idiotas si no es revolucionario. 

Síndrome de Estocolmo


Acá todo está bien mientras el vaso esté medio lleno y nadie tenga nada que no se merezca. Pero el carnaval terminó en un corso de globos y confeti dirigido por pastores de la alegría y revolucionarios oligarcas.
Y cuando se pasa la curda del odio suenan las campanas, se acaba la magia y ahí está la calabaza y los tres ratones. Ahí recién nos damos cuenta que compramos una moral de esclavos, sumidos en un síndrome de Estocolmo social que llevó al trono al amo más foráneo de todos. Se eligió un amo, no un líder, y ganó el resentimiento de una minoría de vándalos venales.
Siempre a contramano del mundo, elegimos con qué calibre nos vamos a pegar un tiro. La indigencia política desfilará una vez más por tv dando lástima, y nos tragaremos la vergüenza ajena que nos devuelve ese espejo. Un Estado descremado mostrará su esqueleto anoréxico y le pedirá la extremaunción al Papa. En el Bingo del fondo se jugarán lo que queda a la rula y nuestros hijos nacerán esclavos. El país gerenciado hará una convocatoria de acreedores, y estos repartirán el cadáver entre buitres obesos que tienen tiempo y se comerán una vez más el futuro. Los viejos profetas sentenciarán que hay que cumplir con nuestras obligaciones y entregarán en el altar del sacrificio un nuevo holocausto de marginales. Mientras tanto la popular aplaude y festeja los goles del rival, para luego volver a sus cárceles de media clase y aplacar el miedo de perder lo poco que tienen lustrando sus cadenas y anhelando candados más grandes. También fuman grandes dosis de mentiras liadas en papel de diario y bajonean letanías hipnóticas de magia negra.
Otra vez el odio derrama hacia abajo y los caníbales promueven un ideal vegetariano. Los zombis quieren una revolución sin cerebros mientras los peones sueñan con comerse al capataz. Y así atrasa el tiempo…

El reloj atrasa cuarenta años, y será tarde volver al futuro cuando alguien nos diga en cadena nacional que el futuro llegó hace rato.