Thomas
Eliot decía que la utilidad de la memoria era la liberación del futuro, porque
la historia puede ser servidumbre o puede ser libertad. Sin embargo la memoria
no se construye sola, y en este sentido a veces es más importante qué se elige
olvidar. La memoria sin el olvido, puede convertirse en un infierno inútil como
el de Funes el memorioso, que no tenía tiempo para pensar, porque el olvido es
el tiempo libre del pensamiento, de la reflexión. El recuerdo está tallado por
el olvido, como una escultura. La memoria es una huella, una pisada del olvido en
la arena del inconsciente.
Ahora,
no seamos ingenuos. Hay políticas de la memoria, revisionismos históricos e
instituciones del olvido. No hay una sola memoria, ni una sola versión de la
historia. Las verdades absolutas no existen. La memoria no está castrada por un
pensamiento puro y desinteresado. Está cargada de emociones, pasiones y
sentimientos. Es una huella que late, una herida que sangra, una cicatriz
insensible o nostalgias en un álbum de fotos. Por eso reaccionamos cuando nos
dicen que mejor es olvidar, que mejor borrón y cuenta nueva, como si fuesen
números en una libreta. Nada más falso que comenzar con la memoria en cero.
Nada más peligroso para la liberación del futuro del que hablaba Eliot.
Porque
en los pliegues de la memoria está el duelo del pasado que forma la experiencia
y nos libera de tropezar dos veces con la misma piedra, y a la vez nos permite
ser protagonistas de un amor fati.
También hace guardia una memoria castrense, de rencor y resentimiento, revanchista,
que gira en los círculos del infierno dantesco de la repetición del pasado,
convirtiéndonos en espectadores de una servidumbre consentida. Y hay también una
memoria del futuro, a veces épico, a veces apocalíptico, que nos hace fuertes
en la alegría, o nos debilita en la
tristeza.
Estamos
condenados a elegir, diría un existencialista, entre un duelo con épica, o una
repetición apocalíptica. Dos tipos de memoria, dos formas de vida. Libres o
esclavos nos hará la memoria más allá de lo que pase en el mundo.
Y
ojo, que la memoria no nos libera si no es subversiva, y el olvido nos vuelve
idiotas si no es revolucionario.
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