Genealogía de lo inmoral


   Nadie a esta altura podría negar que estamos en medio de un cambalache mediático que no nos deja pensar correctamente, ni asimilar lo que está pasando. Estamos indigestados de información dudosa, de respuestas y soluciones que solo constipan. Falsos debates en donde nadie se escucha, en donde todos se acusan y nadie se hace cargo. Faltan las preguntas, las verdaderas preguntas, las que nos hacen pensar; las preguntas que incomodan, que molestan, que ponen todo en duda, que calan en la médula ósea social. Es el momento de una subversión política, de un cambio de paradigma.
33 años de democracia ininterrumpida no son garantía de un estado saludable de nuestra política. ¿Se ha formulado la pregunta acerca del valor de la democracia? Sí. Tenemos con qué comparar. Hasta ahora, en muchos aspectos, demostró ser mejor que las dictaduras cívico-militares. Pero, ¿ha frenado o ha estimulado hasta ahora el desarrollo humano? ¿Es un signo de indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida, o por el contrario, en ella se manifiesta la plenitud, la fortaleza, la voluntad de la vida, su valor, su confianza o su futuro? Estas preguntas, que nos llegan de boca de Nietzsche, encienden el fuego de una crítica de los valores. ¿Alguna vez nos hemos preguntado si este ensayo democrático nos ha fortalecido como sociedad, nos ha desarrollado espiritualmente, nos ha hecho dignos de nuestros logros y críticos de nuestras fallas? ¿O por el contrario, nos ha vuelto mansos, serviles, y por qué no idiotas? ¿Y las nuevas generaciones políticas, pudieron pensar en grande, han desarrollado proyectos revolucionarios, se han enfrentado a las viejas momias del poder? ¿O sucumbieron en la demagogia, en las viejas recetas que llevan al fracaso, en la mímica republicana que empequeñece y en un servilismo colonial consentido?
Hay síntomas. ¿Cuántas veces hemos tropezado con la misma piedra? ¿Cómo es posible que siga latente una mentalidad de telenovela obnubilada por globos de colores y evangelios apócrifos del amor? ¿Qué podemos esperar de un sistema que no ofrece garantías a los incrédulos? Porque no hay responsabilidad legal ni contractual de los candidatos. El fin justifica los medios. En campaña se puede prometer lo imposible, en el poder se puede hacer lo contrario con total impunidad. La genealogía de lo inmoral se expresa en la historia de la política y en el comportamiento popular.
Ningún sistema político es perfecto ni bueno en sí mismo, el valor está dado en los resultados, en los desafíos que despierte, en las fuerzas creativas que se manifiesten, en la alegría contagiosa. Hemos tenido experiencias cercanas, castradas a tiempo por esas fuerzas del odio y la venganza, que en su espíritu mezquino quiere empequeñecer todo.
Lamentablemente estos 33 años de ensayo democrático degeneraron en una Cacocracia, que es precisamente el gobierno de los peores, los que menos saben, y los que precisamente menos interés tienen en el bien común. Los cacos no solo son los ladrones, sino los timadores, estafadores y defraudadores que atentan contra un estado de bienestar y de derecho. ¿Qué nos pasó en estas 3 décadas para haber degenerado en esto? ¿Nadie se dio cuenta que rebobinamos la historia 40 años? Se necesita mucho tiempo para construir algo grandioso, se necesita muy poco para destruirlo. Evidentemente hay que ser manso, servil y estúpido para no reaccionar ante tamaña estafa.
Pero el ser humano es jodido y se sigue haciendo preguntas, practica a veces el arte de la sospecha, y prepara el terreno para una subversión. La lucha siempre es despareja pero no imposible.
Vamos a necesitar una profunda autocrítica. Nosotros los cucos no estamos acá para darte respuestas y soluciones, estamos acá para formular las preguntas que haría un loco, un sátiro o un bufón.

Feliz día de la Patria.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
25 de Mayo de 2016