Saqueo y despojo

Por Nietzsche Guevara
Revolucionario Bohemio


Se sigue asistiendo como espectador inútil al saqueo insistente y continuado de cuanta riqueza o inteligencia crezca en este bendito país. El despojo espiritual de un pueblo hecho a los golpes, educado a cucharadas de mentiras, acostumbrado a la multiplicación de la miseria, amansado por el miedo y los medios, ha llevado a la decrepitud social de las facciones hipnotizadas por la cantinela de ideologías lactantes.
El chandala de turno levanta la bandera nacional y popular  mientras los buitres se devoran todo y los vampiros chupan sangre al son de la marcha peronista. Con los dedos en V cantan la victoria del extranjero con lágrimas en los ojos y discursos de mal aliento. Acusan al pasado de los males presentes y señalan a los verdugos de la patria, mientras que con mímica de sepultureros entierran el futuro con los excrementos de su codicia y clavan la cruz de la traición en los manifiestos de cualquier política.
Los gurúes de la economía lanzan sus gualichos de magia negra para cuidar con recelo el libre mercado de las sectas y las logias de elite. Sus fórmulas mágicas son ininteligibles y obtrusas, para que nadie sea capaz de descifrar lo que está a simple vista. Así, el ejército de magos y ministros trabajan con esfuerzo y dedicación para el desarrollo y crecimiento de las economías foráneas, que aplauden y llenan de elogios a los países civilizados y democráticos que hacen sacrificios humanos en los altares de la pobreza, para que los dioses romanos sigan vomitando en sus vasijas de oro los excesos de banquetes y orgías.
También están los opositores que luchan contra el mal sirviéndose de retóricas vacías y armas de juguete. Tratando de agradar y de servir al mismo amo, juegan a bajarse los pantalones y a agacharse lo más posible para que todo quede servido al menor precio. Muchas veces se arrastran y se retuercen como gusanos en el intento de comer del cadáver pútrido de la patria antes que solo queden los huesos. Denuncian la corrupción y se rasgan las vestiduras al ver avasallado el estado de derecho, mientras financian prostíbulos, lavan dinero o defienden en sus bancas a las multinacionales y monopolios que expolian la Nación, desfalcan al Estado y explotan sin escrúpulos a los esclavos del sistema feudal argentino.
Pero que nadie se asuste, la mediocracia presenta los sucesos políticos en formato de telenovela, para atenuar lo grotesco y trágico de sus avatares. Están los buenos y los malos, los héroes y los villanos, las bellas y las bestias. Pero detrás de toda esta representación solo hay actores y actrices, que cuando se apagan las cámaras van a comer juntos y se acuestan en la misma cama. Leen el mismo libreto, escuchan las órdenes del director, y están dispuestos a dar lo mejor de sí mismos para que la mentira del arte dramático salga bien. Quieren dar un buen espectáculo, no importa si les tocó el papel de buenos o de malos. Hoy son héroes, mañana pueden ser villanos. Lo importante es estar en el elenco, porque las cámaras no están prendidas para cualquiera, ni el micrófono está enchufado para que alguien ande diciendo lo que se le ocurra. Acá no hay lugar para la improvisación o la libertad. Hay un libreto y hay un director. Para los osados y los gritones está el silencio de la tribuna vacía o el teatro baldío del desprestigio. Ser o no ser. Es la nueva ontología mediática que dicta qué cosas existen y cuales no, qué cosas pasan, qué valores tienen. Esta nueva teología es la que le rinde culto a la traición, a la intolerancia, al miedo, a la ignorancia, a la frivolidad, a la mentira, a la codicia, a la indiferencia, al odio, y otras tantas tradiciones bíblicas. Y sino está la inquisición de los “mandarines, que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo”. 
Por eso viene impuesta desde el calendario una cultura necrológica, que festeja la muerte de sus héroes y libertadores. Que queden ahí bien enterrados los ideales de libertad y soberanía, que sean palabras muertas en boca de fantasmas lejanos, casi irreales, de figuritas de Billiken o estatuas de yeso. Así quedan, como ideales abstractos de una utopía poco creíble. Así vendió la historia Mitre, así la quieren los diarios y los cómplices que alquilan el poder, para continuar el saqueo de cualquier posibilidad material y el despojo de la poca dignidad que aún queda en pie.

Arturo Jauretche - Pensamiento intempestivo nacional II

Por Macedonio Meconio


Decir algo sobre Arturo Jaurteche, sería repetir un poco lo que dije sobre Scalabrini Ortiz. Un pensador intempestivo, que quizá se diferencie con Raúl por el estilo, pero no por la sustancia. Siguen el mismo camino: el compromiso nacional, la lucha constante, los principios básicos de una inteligencia adquirida por la experiencia de la vida y de la historia y no solo por los libros y la academia de uniforme. Con el mismo objetivo: formar una nueva conciencia nacional, desasnar cipayos y medio pelos, terminar con la “intelligentzia”, para desarrollar una sabiduría oportuna y concreta, allanar el camino de las deformaciones tendenciosas de la historia oficial y los medios de información, denunciar la traición de oficialistas y opositores que trabajan para el mismo patrón, desnudar las zonzeras argentinas que forman una conciencia colonial, una voluntad siempre sumisa.
Muchas veces nos agarramos la cabeza y nos preguntamos por qué pasan cosas tan absurdas en la política argentina, por qué tienen ese tinte de patología inexplicable, ese retorno inevitable a los mismos problemas, a los mismos errores. No podemos comprender por qué es tan complicado todo, cómo es posible que la Constitución y las Leyes se puedan interpretar y acomodar a los intereses más contrapuestos. Ya sabemos que no es por ignorancia o ingenuidad. La complicidad política y el silencio mediático cobran en el mismo banco.
Elegí este ensayo rescatado de “La colonización pedagógica y otros ensayos”, porque explica de alguna manera las causas de los absurdos políticos de hoy, las consecuencias de la obediencia debida de ayer. Arturo tenía esta cosa de profeta, no solo de gran pensador político o ensayista.  Un sabio visionario, pero no apocalíptico, revolucionario.

***

El plan institucional

(…)
Dos experiencias históricas han enseñado a nuestros colonizadores que cada vez que el pueblo está presente en el Estado, deja éste de ser su instrumento, para serlo de la Nación. Han comprobado también que los grandes movimientos de opinión son difícilmente controlables y que son mucho más dóciles los partidos minoritarios.
Estamos así en presencia de una reforma institucional en marcha. Se empezará por la representación proporcional cuyo objeto es dislocar las fuerzas históricas representativas de lo nacional, para facilitar la tarea de los ideólogos y los pequeños grupos, disociando lo popular. Los gobernantes no serían así el resultado de fuerzas históricas, de mayorías nacionales unificadas en un pensamiento, sino de combinaciones de trastienda, de tomas y dacas dirigidas por los gestores del interés extranjero1. Se complementará esto después con el sistema de gobierno parlamentario, para que, disminuida la autoridad del Poder Ejecutivo, éste sea el resultado de los “caucus” parlamentarios, pendiente cada Ministro y cada funcionario de satisfacer a los innumerables líderes de minorías, manejadas desde la sombra. Se restablecerá la dictadura jurídica de un poder judicial intangible – única autoridad permanente y cierta en el nuevo sistema – para que con el manto de una Constitución elaborada de ex profeso impida con sus fallos la validez de cualquier ley favorable a la liberación argentina.
Disminuidas las facultades del gobierno nacional, so pretexto de federalismo, volveremos al sistema de las oligarquías provinciales, intangibles, que hicieron decir a Yrigoyen: “las autonomías son para los pueblos, no para los gobiernos”. Un federalismo de “boquilla” que ahora tiene de campeones a los elementos de ASCUA, con Erro por capitán, que desde luego se cuidará de no remover las causas económicas del unitarismo, pues esto importaría remover las bases de la estructura colonial que lo ha generado.
Dentro del plan hay un plan económico, hay un plan cultural, hay un plan institucional. Lo que dije sobre el plan Prebisch, cuando apareció, ya está plenamente confirmado en lo económico. Lo que digo del plan institucional está confirmándose sobre la marcha.
Por ahí dicen que Dios es criollo. No hará falta recurrir a la dramática invocación de Darío. Todo esto es antihistórico y es el sueño imposible de un Imperio en agonía y sus instrumentos. Lo histórico es esta nación, camino del futuro.

1 Como se ve, ya en 1957 anticipó el establecimiento de la representación proporcional, con el objeto de impedir la existencia de fuerzas políticas históricamente responsables y unitivas, disgregando la representación legislativa y la composición de los colegios electorales para favorecer las combinaciones de trastienda, como si no bastaran el fraude o la interdicción de las fuerzas mayoritarias. El objetivo anunciado se cumplió después: era la constitución de gobiernos débiles, marginados del consentimiento popular, y cuya vigencia dependía solo de su aceptación por determinados factores de poder, generalmente de impulso extranjero. Esta construcción artificial impide la creación de gobiernos de grandes líneas y de continuidad histórica y es lo que hoy descubren las Fuerzas Armadas que los respaldaban, y uno de los argumentos justificativos de la actual Revolución. Pero se sigue insistiendo dentro de ella en creer que el problema consiste en la estructuración formal del aparato gubernativo, porque sigue predominando la mentalidad unitaria que atiende a las formas y no a la sustancia. El problema y la solución está en la existencia de un consentimiento que arquitecture la voluntad del ser con su presencia actora. El consentimiento es lo que da el título y la eficacia, y no las formas destinadas a canalizarlo, desvirtuándolo. El hombre es el hombre y no el traje con que se viste, y el buen médico no mira las ropas, sino al sujeto en calzoncillos, cuando no desnudo del todo. es la cuestión del ser y no la del cómo ser, sgún pretende la sofisticación jurídica.

Arturo Jauretche. “La colonización pedagógica y otros ensayos”. Pág. 140-142.

24 de Marzo - La cuestión eludida

Por Nietzche Guevara
Revolucionario Bohemio


Este opúsculo lo escribí hace cuatro años.
Lamento que siga tan vigente.



A 34 años del golpe de estado, todavía se insiste con la memoria, con no olvidar lo que sucedió para que no se vuelva a repetir. ¿Es suficiente con un excelente entrenamiento de la memoria para que algo no se vuelva a repetir? Y en tal caso ¿cuál será el contenido y el valor de esa memoria? ¿Quienes narran la historia que debemos recordar, y cómo?
Hoy resuenan muchas cosas con respecto a ese oscuro y sangriento capítulo de la historia argentina. Se graban a fuego en nuestra cabeza cosas tales como: Militares asesinos, la triple A, Montoneros, guerrilleros, extremistas, comunistas, militantes, peronistas, desapariciones, torturas, guerra sucia, etc., etc. La polémica gira en torno a quienes eran los malos de la película, los militares que secuestraban y mataban, o los secuestrados, que mataban militares. Algo así se escucha de un lado y del otro. Aquellos justificando sus actos con una guerra necesaria contra un enemigo invisible, estos levantando la bandera de la lucha por la patria. La historia nunca se termina de contar con toda la seriedad que merece, con toda la honestidad que hace falta, en donde la sociedad de aquel entonces hizo la vista gorda y se quedó festejando los goles de Kempes y Pasarella. Nadie se olvide que a Videla y Massera los recibieron con los brazos abiertos la gran mayoría del pueblo, incluso personajes de gran talla intelectual como Borges y Sábato. Tampoco descontextualicemos, con un peronismo senil, y una Isabel Martines de Oz, cualquier personaje era bienvenido. Pero cuando los cadáveres hieden y una gran parte de los que pasan por allí se tapan la nariz y siguen de largo, entonces hay algo de responsabilidad compartida, una actitud condenable. La discusión es larga y llena de polémicas que no se pueden dirimir en un breve opúsculo como este. Mi intención es hacer hincapié en esta suerte de política de la memoria, pensar y reflexionar qué tipo de memoria está decretando la historia oficial, y qué tipo de memoria está quedando sepultada según mi punto de vista, como estrategia política para que el futuro vuelva a repetir el pasado cuando lo crea necesario.
Los máximos responsables de estos crímenes son los militares de la junta militar y todos aquellos que participaron del plan de exterminio y limpieza ideológica. Pero este plan sistemático no nació de la noche a la mañana, venía gestándose hacía más de un año antes del golpe. ¿Por qué? Pocos recuerdan hoy el Plan Condor, que nucleó a todos los máximos jerarcas militares de Latinoamérica para declararle la guerra a la amenaza comunista que se extendía rápidamente por las américas. El Pentágono y la CIA adiestrando en torturas y asesinatos a aquellos que en realidad nos tendrían que haber defendido de estos asesinos sin escrúpulos. El Canibalismo Financiero, de la mano de políticas neoliberales para países subdesarrollados (obvio), fueron el gran motor de este plan sistemático a gran escala que desencadenó el vergonzoso genocidio que tiñó de sangre a toda América (menos la del norte). Memoria sesgada, mutilada, desaparecida también. Somos víctimas de esta falta de memoria que no nos permite entender el encarnecido odio que llevó a los argentinos a matarse entre sí para que se los terminaran de devorar los de afuera.
Con el tiempo se ha creado un estereotipo de los treinta mil desaparecidos, estos fueron montoneros, militantes peronistas o guerrilleros tira bombas. No puedo hablar de porcentajes porque lo ignoro, pero está claro que una gran parte de los desaparecidos no pertenecían a estos grupos, sino que eran personas verdaderamente capacitadas para sentar las bases de un verdadero cambio político en nuestro país. Y nada más peligroso para el canibalismo financiero que una revolución política en una colonia del tercer mundo. Nada más lejos de la verdad que pensar que las personas desaparecidas eran enemigos de los militares asesinos si tenemos en cuenta que esta fuerza de cambio nace en plena democracia, o mejor dicho, antes del golpe de estado. Nada me revuelve más el estómago que escuchar a aquellos que usan el nombre de los desaparecidos para defender la causa democrática, como si ellos hubieran sacrificado sus vidas por este sistema de gobierno. Eso es ensuciar la memoria, bastardearla, tergiversarla. Incluso las madres han salido a defender esta democracia de cuarta en nombre de sus hijos muertos, que en realidad estaban luchando por cambiar estas formas de la corrupción y la decadencia social, no de consolidarlas. No sólo creían posible una nueva política, sino que estaban profundamente comprometidos con llevarla a cabo, terminando con la política del clientelismo y la avaricia insensible. La historia oficial sigue haciendo fuerza para que quede grabado en la memoria social que los desaparecidos lucharon por la democracia, por este tipo de forma de gobierno. Memoria mentirosa, profanadora.
El advenimiento de la democracia en el 83 parecía marcar una diferencia y una esperanza real. Juicio y castigo, conciencia tranquila, todos en paz. Hubo juicio y hubo castigo. También obediencia debida y punto final. Tiempo después los indultos y la impunidad absoluta. La justicia de la democracia: la dictadura disfrazada de libertad. El canibalismo financiero y el neoliberalismo siguen cambiando sus disfraces, y los bufones siguen haciéndole fiesta al Rey. Los nuevos desaparecidos ya no son víctimas de los paramilitares, sino de los ajustes, la desocupación, el hambre, la falta de salud, la deuda externa, los gatillo fácil, la ignorancia, el egoísmo, las medidas económicas, la lógica de mercado, la cotización del dólar, la mentira, la impunidad, la complicidad política, la privatización de lo que no se puede privatizar, etc., etc. Consecuencia directa de toda una generación de desaparecidos, aquellos que tenían un proyecto político nacional y la capacidad y el compromiso de llevarlo a cabo. No podemos creer entonces que ellos murieron defendiendo la causa democrática, en todo caso tenían proyectos de un nuevo modelo político para un nuevo modelo de país y de sociedad. Memoria asfixiada, ahogada, reprimida.
Con esto quiero decir que somos víctimas de una sola memoria, que no nos deja ver más allá ni más acá. No podemos seguir pensando que las únicas víctimas de nuestra historia desaparecieron mientras la dictadura militar se apropió del gobierno. También están los desaparecidos de la democracia, generaciones enteras sumidas en la ignorancia, discapacitadas por el hambre, desplazadas por la falta de oportunidades, echadas a patadas por poseer inteligencia que ofende al poder, y políticamente inútiles por tener las esperanzas muertas y los horizontes cerrados. ¿Qué diferencia existe entre la dictadura militar y la democracia si las dos representan la impunidad, el asesinato, el neoliberalismo, la antropofagia? Por supuesto que hay que elegir lo menos malo. Pero ¿no estamos hartos ya de elegir entre lo malo? ¿Y lo mejor, siempre está por venir? ¿Y los San Martín? ¿Y los Che Guevara? ¿Por qué terminan exiliados, por qué hacen revoluciones en otras tierras?
¿Y la memoria? La memoria se construye, sobre todo la de las generaciones que no vivieron lo que hay que recordar. Pero qué futuro político podemos esperar si nuestra memoria está manchada con odios vacíos y mentiras que se repiten apelando a la memoria. Los genocidas están libres, pero todos aquellos que hicieron posible su libertad también, y de ellos nadie habla, nadie los quiere juzgar y castigar: seguimos mirando para otro lado. Queremos ser libres a medias, queremos una justicia a medias, una memoria partida al medio.
Para que lo peor no se vuelva a repetir, primero hay que querer lo mejor, no simplemente desear que lo peor no se repita, deseo decadente, pensamiento negativo. Para querer lo mejor hay que tener o desarrollar un compromiso a ultranza, sin medias tintas. Una política nueva se construye con un pensamiento revolucionario, y este se hace con una revolución en las prácticas políticas. Las prácticas políticas son inclusivas y pluralistas, flexibles y dinámicas. La virtud de esta nueva política debe ser la economía del don (no del mercado), en donde todo se distribuye sin que se produzcan grandes acumulaciones. Esa es la base de la justicia.
Aquí deben sentarse las bases de la memoria, precisamente en la cuestión eludida, en lo premeditadamente olvidado, en lo verdaderamente revolucionario del acontecimiento. La memoria, que es el pasado, tiene que alimentar y potenciar el presente, que es la conciencia, para poder modificar el futuro, que es la esperanza; cortando así la rueda del eterno retorno de lo mismo (la decadencia). La memoria tiene que tener olor a revolución, a compromiso. Porque cuando la fuerza de la justicia no alcanzó, entonces la justicia de la fuerza se hizo necesaria, y los militantes de esa justicia sacrificaron todo por ella, porque era lo único que tenían; fueron consecuentes. Eso es lo que se quiere olvidar, que cuando la fuerza de la justicia no alcanza, está la justicia de la fuerza, que es la acción de la política revolucionaria. Si se quiere rendir honor a los desaparecidos, y construir una memoria que rompa con la repetición, entonces hay que empezar por aquí.

Malvinas - Pensar al revés

Por Justo Laposta
Filosofista - Opinólogo



MEJOR NO HABLAR DE CIERTAS COSAS

El absurdo político y la elocuencia degenerada de su discurso, parecen no tener límites ni rumbo. Cuando las noticias de gran porte nos sorprenden, hay que desconfiar, hay que leer entre líneas, hay que escuchar lo que no se dice, lo que se esconde detrás de tanto palabrerío. La noticia de que Gran Bretaña va a explotar petróleo en los mares de las islas Malvinas, llega con el espanto de una novedad sorpresiva, con la agresión de la impertinencia. Pasemos por alto esta ingenuidad, porque en las altas esferas del poder estas cosas se saben con mucha antelación. Fijémonos sin embargo dónde se pone el acento del conflicto, y cuales son las paradojas y las miserias políticas que se ocultan con esto.
El reclamo que hace el gobierno argentino ante la comunidad internacional, es que no se puede llevar a cabo una empresa de semejante envergadura en un territorio con disputa de soberanía. La historia del archipiélago es larga y merece un texto aparte por su extensión y complejidad. El punto es que el reclamo de soberanía por parte de nuestro país sobre las islas es justo y lógico, si tenemos en cuenta que Gran Bretaña está a 18000 kilómetros de distancia del archipiélago que está frente a nuestras costas. La ocupación por parte de los británicos de estas islas, responde a su estrategia imperial de corte económico-militar, con bases claves en colonias alrededor del globo. Ya lo explicitó Scalabrini Ortiz en su libro “Política británica en el Río de la Plata: “Crear bases marítimas, instigar unos estados contra otros, mantenerlos en mutuos recelos, impedir la unión de las dos fracciones continentales, la América del Norte y la América del Sur, tal es justamente la obra perniciosa desarrollada en silencio por Inglaterra. Su resultado más visible es el collar de bases marítimas que rodea a América. Las Malvinas, que es actualmente una estación naval de primer orden, construida especialmente para la defensa de los intereses británicos en Sud América, según los términos textuales de la Conferencia Naval de Singapur, realizada en 1932. Las Malvinas en el Sud. Las islas Trinidad, San Vicente, Barbadas, Jamaica, Bahamas y Bermudas en el Centro y en Norte de la América, además de las posesiones continentales de Guayanas y de la Hondura Británica.”
Escuchemos de que manera ataca nuestra política a este gigantesco monstruo de mil tentáculos. La presidente de la nación dijo en su discurso en la cumbre de Cancún: “Los que tienen un sillón permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pueden violar sistemáticamente las resoluciones de ese organismo y el resto de los países se ven obligados a cumplirlas bajo pena de ser considerados un país enemigo, intervenido bélicamente o intervenidos políticamente sus gobiernos”. ¡Que descubrimiento impresionante! ¡Que golpe duro para los viejos piratas de ultramar! ¿Nadie sabe a esta altura por qué intereses fue creada la ONU? ¿Por qué ir a hacer un reclamo de soberanía al lugar menos indicado? ¿Acaso alguien esperaba que los británicos dieran vuelta sus buques y volvieran a casa después de las medidas tomadas por el gobierno de pedir esos permisos absurdos para cruzar nuestros mares? ¡Los ingleses pidiendo permiso, cuando la historia nos cuenta que siempre entraron por la ventana! Pero bueno, por lo menos sabemos que Gran Bretaña respiró tranquila al saber que Argentina desechó la posibilidad de un conflicto armado. A veces no sé si reír o llorar.
La acción diplomática fue aplaudida por todos. ¡Claro, cuando no! Si perdemos a la guerra, imaginémonos como nos va a ir con la diplomacia. En el mejor de los casos nos hacen socios y terminamos pagando el total de las inversiones para que ellos se lleven el total de las extracciones. Recordemos lo que decía Scalabrini Ortiz con respecto a la diplomacia británica en el libro citado más arriba: “La diplomacia inglesa es el instrumento ejecutivo que en sus relaciones con el extranjero, tiene la necesidad de expansión y la voluntad de dominio del Imperio de la Gran Bretaña. Donde hay un pequeño interés presente o futuro, la diplomacia inglesa tiende sus redes invisibles de conocimiento, de sondeo, de preparación o de incautación. (…) Más influencia y territorios conquistó Inglaterra con su diplomacia que con sus tropas o sus flotas. Nosotros mismos, argentinos, somos un ejemplo irrefutable y doloroso. Supimos rechazar sus regimientos invasores, pero no supimos resistir a la penetración económica y a su disgregación diplomática. (…) El arma más terrible que la diplomacia inglesa blande para dominar los pueblos es el soborno. Así se inició su grandeza y han sido fieles a la tradición. (…) Una de las características más temibles de la diplomacia inglesa, porque dificulta enormemente el inducir en qué dirección están trabajando, es la de operar a largo plazo. Asombra conocer los planes ingleses trazados a principio del siglo pasado y comprobar la meticulosidad con que se han llevado a cabo.” Esto fue escrito en 1936, por un hombre que no se callaba nada. Esto es desenmascarar al enemigo, dejarlo desnudito delante de todos, mostrar como funcionan las relaciones de fuerzas y de qué manera. Nuestros políticos de hoy se llenan la boca de latiguillos baratos que no asustan a nadie y que no muestran el verdadero trasfondo de las cosas. No hay voluntad de solucionar nada. Con la guerra no nos fue mejor, y queda demostrado que también fue una mentira nazionalista. Pensemos en una cosa. Cuando una nación le declara la guerra a otra, lo primero que hace es confiscar todas las cuentas que esta tenga en el país y expropiar sus empresas. Es lo que Perón hizo de manera estratégica al declararle la guerra a Alemania poco antes de que terminara la segunda guerra mundial. ¿Qué pasó  en 1982? Nada. Las empresas y los capitales británicos seguían operando con una argentinidad que daba miedo. Bastaba con confiscar y expropiar para recuperar ya no la soberanía sobre las islas, sino la soberanía nacional, económica y política que nos falta.
Y ahí radica el gran absurdo político de este reclamo. ¿Por qué nos preocupa tanto la soberanía de las islas si todavía no pudimos conquistar nuestra soberanía política y económica? ¿No es una discusión menor que tapa una de mayor importancia y significado? ¿Por qué tanta crispación por la explotación de petróleo en el mar de las islas si ni siquiera se mueve un dedo por nacionalizar el petróleo que sale de suelo argentino y que está en manos de petroleras inglesas y norteamericanas? Como siempre, las energías políticas y los cerebros más audaces gastan pólvora en chimangos. Todavía nos creemos que la diplomacia sirve para algo bueno, que invita al diálogo y evita las guerras. Como si las guerras se ganaran con armas. Ya sabemos a quien sirve la dilomacia, y quién es siervo de quién. Luego los medios nos rezan el rosario y nos ponen la novela. Así se lleva a la opinión pública de las narices, se invierten los valores, se enseña a pensar al revés, a juzgar sin juicio.
Primero hay que recuperar nuestra soberanía y después ocuparnos de las Malvinas. Que nadie nos mienta más con esos alardes soberanos propio de esclavos. Pongamos las cosas en el orden que tienen que ir. No es muy difícil darse cuenta de esta estafa en nuestra conciencia nacional.


RECURSOS NATURALES Y BASES MILITARES

Más allá del absurdo político argentino, hay algo que también invita a pensar. Según el diario ingles The Sun, el subsuelo marino de las islas podría albergar reservas de unos 60 mil millones de barriles de crudo. Para tener una idea de lo que esto significa, la mayor reserva de petróleo que se conoce hasta hoy es la de Ghawar, en Arabia Saudita, estimada en 80 mil millones de barriles. Lo curioso es que en 1998, última vez que se hicieron prospecciones en las cuencas marinas de las islas, se abandonó el proyecto porque no se consideraba rentable. Si este cambio de rentabilidad no es sospechoso, por lo menos llama la atención. Pero como bien dijo Saclabrini Ortiz, los británicos operan a largo plazo, y es difícil inducir qué es lo que traman. Sin embargo podemos aventurar alguna especulación. ¿Cómo enviar flotas a una base naval sin llamar demasiado la atención? Generando un conflicto como pantalla de humo. Desviar la atención hacia otro lado, encubrir las verdaderas intenciones con cuestiones coyunturales. No es poca casualidad que Estados Unidos instale cinco bases más en Colombia con la excusa del “narcoterrorismo”, y Gran Bretaña envíe dos buques de guerra a las islas para reforzar su defensa naval. A pesar de que esto fue desmentido por el propio ministro de guerra inglés, es interesante escuchar de sus propios labios información interesante del despliegue bélico asentado en las islas, y lo preocupados que están en defender sus intereses en el sur: "El Gobierno está totalmente comprometido a proteger los territorios del Atlántico Sur, que incluyen las islas Falkland (Malvinas). Hay ya en las islas una fuerza de disuasión, que comprende un abanico de activos terrestres, aéreos y marítimos que mantienen colectivamente nuestra defensa. Tenemos una presencia permanente en el Atlántico Sur, que incluye una fragata/destructor, un buque patrulla, un barco de vigilancia y otro dedicado al abastecimiento de la flota. Tenemos también 1.076 efectivos en tierra", explicó el portavoz del Ministerio. 
Una “fuerza de disuasión” interesante diría yo. Interesante también saber como llaman ellos al arsenal bélico que tienen preparado para los revoltosos del sur. Si bien no es nada comparado a lo que tienen desplegado en medio oriente, es suficiente para operaciones exitosas en países desarmados y distraídos como el nuestro, y es un punto clave, ya que en pocos días se pueden asentar allí tropas, flota y aviones. Se puede ver en un mapa dónde están parados en Latinoamérica, y teniendo en cuenta que el imperio anglonorteamericano opera a largo plazo, da miedo pensar lo que se viene. No solamente es petróleo, también es agua y biodiversidad lo que se esconde detrás de toda está telenovela. Son datos que no se nos tendrían que escapar, más de uno ya está levantando la voz al respecto, pero los políticos siguen en cumbres inútiles, en donde se habla de otra cosa, en donde se pide apoyo para un reclamo insignificante, haciéndole el juego a la diplomacia inglesa, que como siempre, y con la complicidad de los cipayos de turno, logran su cometido sin llamar la atención.




LA SOBERANÍA QUE NO SE DICE


¿Por qué con todo este revuelo no sale a la luz esta información?






Dramaturgia política y Farmacología del discurso


Por Justo Laposta
Filosofista - Opinólogo

De la tilinguería a la tinellinguería
La tinellinguería argentina está hoy conmocionada por los conflictos políticos generados por los DNU firmados por la presidente. Con uno se crea el “Fondo del Bicentenario para el desendeudamiento y la estabilidad” (sic), con el otro se destituye de su cargo al presidente del  banco central por incumplimiento en sus deberes como funcionario público. El primero abre un gran debate con respecto a las reservas del banco central y el pago de duda externa. El segundo una indignación democrática, acusando al ejecutivo de una decisión autoritaria sobre tal destitución. Los medios de prensa imponen las temáticas y los conceptos sobre los cuales debe girar la discusión. La discusión mediática se pierde en cuestiones técnicas financieras, en peligros de embargos internacionales de fondos buitres, en cartas orgánicas del banco central, en la autarquía de dicho organismo, en el atropello autoritario del ejecutivo en estas cuestiones que no se zanjan en el congreso. Escuchamos hasta el hartazgo las mezquinas opiniones de columnistas y políticos opositores, el enanismo político de analistas de primer nivel, la pornografía hipócrita de demócratas de etiqueta e ideólogos de una patria abstracta.  La repetición y el contrapunto dialéctico desorientan cualquier intento de reflexión, y cualquier toma de posición resulta dudosa. Todo termina en el sinsentido o en una discusión tautológica. Mientras tanto, en los sótanos del poder, se negocia de espaldas el futuro de la nación.
La triste telenovela de Redrado es un pasatiempo para la chusma que le asusta pensar y prefiere la fotonovela. Mejor la papilla procesada por los medios que el trabajo de masticar y degustar por sí mismo. Así se nutren y crecen los ciudadanos sin soberanía que relinchan contra la patria. Son ese cansado ejército de cobardes que quieren que la revolución la hagan los otros al compás de las cacerolas.

Apología de la traición
Hay algo que me llama poderosamente la atención, y es la gran apología a la traición que se viene llevando a cabo desde el conflicto con la patronal del campo en marzo del 2008. En aquella oportunidad la resolución 125 fue vetada por el congreso mediante el desempate realizado por el vicepresidente Cobos. El presidente del senado, que tiene la función de representar al poder ejecutivo en la cámara alta, traiciona la voluntad del gobierno que él mismo integra, y se para de la vereda de enfrente. Este acto es ovacionado y honrado por todos los medios y la tinellinguería argentina. Luego, el villano ascendido a héroe, se abraza con los dirigentes de la mesa de enlace y teje alianzas con la peor laya de la politiquería de la oposición. El pueblo aplaude extasiado este gesto político que no lo beneficia en nada. Cobos resulta el nuevo paladín de la justicia, el gran héroe argentino que ha destrabado un duro conflicto entre el gobierno y los intereses de la sociedad rural. La sojización sigue en marcha. Como siempre, las penas son de nosotros, las vaquitas… siguen siendo ajenas. Por supuesto: “El futuro llegó, hace rato…”
Todavía se aplaude esta monstruosidad institucional, en donde el vicepresidente de la nación representa a la oposición política en nombre de la defensa de las instituciones democráticas. ¿Qué? ¿No es esto un disparate? ¿Por qué todos aplauden a este engendro político? ¿Será por despecho? La reacción social por el modo en que los Kirchner llevaron este asunto, más el odio intestino de muchos sectores poderosos, fueron canalizados por un sentimiento de victoria en la figura de Cobos. El malo que se convierte en bueno. El arrepentido que se revindica traicionando a los suyos. Una típica estructura dramática de una película holywoodense. El efecto natural de una tragedia resuelta: la catarsis emotiva. Como espectáculo es una tragicomedia, como realidad política, un género del absurdo.
Sea quién sea el que esté en el poder, ¿podemos aplaudir y legitimizar un acto de esta naturaleza? ¿No es una actitud despreciable avalar la traición por más que el traidor traicione al enemigo? ¿Podemos perdonar a Judas porque en realidad él tenía otras intenciones? ¿Qué altura política puede sostener la traición? ¿Qué tipo de voluntad es la que quiere la traición?  La traición proviene del odio y el resentimiento, de la impotencia que duele, es la forma vil de triunfar, es como disparar en el duelo a mitad de camino. La fuerza política que se consolida es la que le reza a San Judas, y quiere que todos nos postremos para adorar a este símbolo divino.  El evangelio de San Judas ya tiene fieles y fanáticos, y una poderosa iglesia mediática que convierte paganos con sus profetas del miedo y del odio.
Otro caso cercano en la historia fue el “Chacho” Álvarez, que renunció a la vicepresidencia como  cualquier funcionario que no está de acuerdo con las políticas de gobierno en las que participa. En este caso fue a la inversa, no traicionó al gobierno pero traicionó a los argentinos al desaparecer de la escena política in mutis. La cossa nostra instalada en los aparatos políticos y burocráticos, reproducen estas prácticas miserables que impiden alianzas para construir un proyecto nacional, con miras a demoler el monoblock de la mafia política.
Con Redrado tenemos otro fanático del evangelio. El libro del pueblo nos lo presenta como un patriota y un héroe. Que bajo dejarse engañar con tan poco. Un embajador del terrorismo financiero asustando con sus profecías a lo Carrió. Defendiendo con pasión nuestro sometimiento financiero, la estúpida idea de tener el tesoro en los barcos piratas. ¿Alguien le dejaría la billetera al almacenero para que se vaya cobrando? 
¿Por qué plantear las cosas en difícil? ¿Qué significa que el Banco Central debe ser autónomo de la política nacional? ¿Qué consecuencias tiene eso? ¿No es eso lo que está en juego, lo que no se quiere debatir? ¿Qué intereses perjudica? La política monetaria (Banco Central) está subordinada a la política económica (Poder Ejecutivo), y no al revés. Pero para algunas cuestiones (si no para todas) parece que la platita manda y la nación obedece. La verdadera cuestión queda eludida detrás de la farándula política. Todo el discurso de la oposición referido a la carta orgánica y al resguardo de las instituciones son guarangadas en boca de aquellos que no movieron un pelo cuando Menem en los 90 firmaba decretos que dejaban libre a los genocidas de la dictadura, entregaba nuestro patrimonio nacional y canjeaba deuda privada por más deuda pública. Tampoco levantaron la voz con el Megacanje de De La Rua que llevó al corralito y al robo de guante blanco que hicieron sobre los ahorros de la clase media. El silencio patriótico de los tres poderes es fraudulento. Ahora se rasgan las vestiduras y ponen el pecho por las instituciones democráticas. Parece que gritaran por dentro: ¡Déjenme robar a mi!

La responsabilidad externa
Cuando los políticos hablan de la deuda externa, enseguida aparecen palabras como responsabilidad, compromisos asumidos, legitimidad, ilegitimidad, etc. Nunca, ni una sola vez, aparece la palabra traición. Acá San Judas es santo de otra religión, de esa hecha a la medida de lactantes políticos. Ahí los traidores están en el altar y dan la ostia. Siempre son responsables con los estafadores foráneos y asumen su compromiso político por intereses ajenos. No sería utópico una Argentina grande y poderosa si se defendiera con la misma pasión nuestros intereses y se asumiera un compromiso ineludible e impostergable con nuestro futuro. No se trata de traicionar, sino de no traicionarnos, de no mentirnos. ¿Qué diríamos de una madre que no le da de comer a sus hijos porque paga la cuota de una heladera que no tiene? ¿Seríamos tan idiotas de pagar una deuda cuatro o cinco veces? ¿A nadie le llama la atención que mientras más pagamos más debemos? ¿Por qué las matemáticas no funcionan de la misma manera en el mundo financiero? ¿Hasta donde va a llegar la tolerancia?

Narcodemocracia
La democracia y sus narcóticos conceptuales lo perdonan todo, o lo disfrazan todo. Cuando los políticos ven en peligro los intereses que representan, y se ven incapacitados para actuar, sacan su vademécum ilustrado y distorsionan los hechos con un surrealismo discursivo que da risa. Los grandes entregadores de antaño se espantan ante el atropello del ejecutivo, y dan sermones sobre la inquisición democrática. Los que ponían el grito en el cielo cuando Nestor Kirchner deliraba con no pagar al FMI, ahora ponen en cuestión la legitimidad de la deuda. Los grandes ideólogos del neoliberalismo se asustan del gasto público y quieren un retorno de las políticas de ajuste. El gasto público distribuye hacia abajo. Los asnos llaman a esto clientelismo político y se asustan de este soborno social a cambio de votos. Como si el clientelismo político no existiera también hacia arriba,  repartiendo la riqueza entre los ricos y el poder entre los poderosos, a cambio de... bueno, acá con los votos no alcanza.
El oficialismo también hace bandera abstracta con sus discursos de progresismo nacional, de gobierno popular. Asistimos a una lucha ideológica promovida por el ejecutivo en donde se presenta como la opción nacional y popular en contraste con un pasado neoliberal antinacional. Este maniqueísmo prefabricado se ha convertido en un cliché de los Kirchner ante cualquier ataque o descalificación. Recurren a la memoria del miedo y promueven el resentimiento, construyen enemigos formales y levantan la bandera de la revolución frustrada. Una vez más, después de la crisis del 2001, con todas las condiciones dadas para la construcción de un verdadero proyecto nacional, nos encontramos en el poder con un staf de traidores y charlatanes. El personalismo político que se apropia de la política, el partidismo que se adueña de triunfos y causas nacionales, la pelea estúpida por intereses mezquinos, la demagogia barata que alucina hasta los más inteligentes. 
Parece que no hay políticos argentinos; o es el oficialismo o la oposición ¿Por qué oposición? ¿Por qué oponerse, impedir, destruir? Todas reacciones. Pasiones tristes que solo pueden construir malas alternativas. Se festeja la traición partidaria o ideológica simplemente porque se ejerce contra el gobierno. Esa actitud degenerada, ese sentimiento reaccionario que destruye cualquier proyecto de país, así este sea dudoso, es lo que reproduce constantemente la lastimosa política argentina que representa cualquier cosa antes que a los argentinos. Mejor equivocarnos entre todos, que destruirnos por intereses ajenos. Más vale fiscales políticos que opositores comprometidos con.
Todos hablan con la boca llena de democracia. ¿Pero qué es la democracia? ¿Es ir a votar? ¿Es poder elegir? ¿Elegir qué, un proyecto nacional, o propuestas mezquinas de candidatos mediáticos? ¿Es la representación de la voluntad popular? ¿Existe la representación de algo tan heterogéneo como “una” voluntad popular? ¿No es este otro lisérgico conceptual del que abusan los políticos en sobredosis inhumanas? Si hablamos de representación, ¿qué intereses se defienden en el congreso de la nación? No creo que haga falta contestar esta pregunta. 
Democracia significa que todos los ciudadanos gobiernan o participan del destino político de una nación. Para eso hace falta interés, capacidad, responsabilidad, pasión por la cosa pública. ¿Existe algo así hoy? Todos se sacan un problema de encima cuando van a votar, después es problema de los que gobiernan. Para criticar y blasfemar están todos, como si supieran lo que es estar en medio de una batalla política. Se relaciona democracia con elecciones “libres” y “libre expresión”, dos mentiras si pensamos qué se necesita para ser candidato a algo, y la libertad que tiene la prensa para mentirnos como quiere.
Teniendo en cuenta el uso y el abuso de esta sagrada palabra, la democracia es una palabra que no expresa ninguna realidad, es una formalidad que no tiene ningún contenido, una realidad política del siglo VI antes de cristo, para pequeñas ciudades griegas que manejaban sus asuntos. Hoy la democracia es un traje prestado que no sirve a nuestras necesidades e intereses, es pura pinta con un cuerpo viejo y reseco por dentro. Por eso muchas veces en nuestra historia se escucha la palabra autoritario o dictador como descalificación a presidentes que han querido ejercer el poder sin tanta pinta extranjera. La democracia sirve muchas veces para descalificar lo nacional y otras para legitimizar la servidumbre incondicional. Hay que tener mucho cuidado cuando se utiliza esta palabra, estamos mal acostumbrados a dejar hablar al ventrílocuo por nosotros.

Pedagogía de la desesperanza
Nos enseñan que la política es sucia y que los políticos son todos corruptos, los noticieros le hacen propaganda a la impunidad y a la traición, y se repite el padre nuestro de que esto no va a cambiar nunca. Se promueve así el desinterés y el monotonoteísmo político para dejar al país en manos de embajadores foráneos, de administradores sumisos, de técnicos de la miseria y la muerte, de apropiadores rapaces, de pedagogos coloniales y nacionalismos extranjeros. El fervor político quedó perdido en la historia, una generación arrasada por la dictadura, otra por el neoliberalismo democrático, la de hoy por el miedo y el desinterés. La mímica democrática de hoy es síntoma de un abismo intergeneracional, producto de una lobotomía en la conciencia política, que perdió su órgano nacional, su corazón revolucionario, su voluntad de futuro.



Nos acercamos al bicentenario, parece que nada hubiese cambiado en 200 años. Las mismas luchas ideológicas sin resolver, unitarios o federales, las esperanzas de revolución o los traidores que luego la historia viste de héroes. Vamos a festejar el colonialismo, la impotencia de construir una nación soberana. Todavía nos debemos un grito de libertad.

Desintoxiquémonos.

Raúl Scalabrini Ortiz - Pensamiento intempestivo nacional


Por Macedonio Meconio


El pensamiento intempestivo es aquel que va contra su época, el que mueve los cimientos del Status Quo, el que mira con ojos nuevos una realidad vieja en un mundo de “ciegos, que trafican luces sin brillo”. El pensador, el filósofo, el ensayista, tiene que ir contra su tiempo, porque su tiempo está atrapado en una historia hecha de mentiras, narrada por el monologuismo oficial, legitimada por los mandarines mediáticos, reproducida por los bufones políticos de la democracia.
Raúl Scalabrini Ortiz, junto a Arturo Jauretche, han sido los grandes pensadores de la Argentina. Intempestivos hasta los huesos, incorruptibles y sin concesiones, pero sobre todo consecuentes. Y como la historia manda, injustamente olvidados. No hay libro histórico ni facultad de filosofía que los enseñe. Las instituciones educativas solo reproducen verdades foráneas, y nos forman para traje de un solo talle, el importado of course. Por eso el imperativo es pensar en nacional, romper con el colonialismo pedagógico y cultural, que lleva al colonialismo político y económico, a la alucinación conceptual de teorías y recetarios hechos a la medida de intereses ajenos.
Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los grandes formadores de una conciencia nacional, un ideólogo nativo que nada tenía que envidiar a la inteligencia europea. Un gran hombre que allanó el camino para una nueva generación de políticos y ciudadanos, para que pudieran ver la verdadera Argentina, con sus verdaderos problemas, sus miserias, sus mentiras renovadas, sus estafas eternas, sus traiciones malditas; pero también su potencial energético, sus riquezas naturales, su valor humano, su misión de nación libre y soberana, su promesa de gran potencia en la región.
Luchó contra toda la miseria política de su época, denunció la deformación mediática de la prensa en contra de cualquier proyecto nacional, mostró como ninguno el sometimiento político y económico de nuestro país en manos del imperio anglonorteamericano. Pero su filosofía crítica también se dedico a construir, a señalar el camino y los medios que los argentinos teníamos para ser soberanos. Evidentemente la oligarquía reaccionaria y la burguesía antinacional se ocupó de sepultar cualquier proyecto político de esta laya. La dictadura militar del 76 se encargó de limpiar el país de esta conciencia nacional que estaba encarnada y lista para construir una política nueva y un país para todos. Los desaparecidos no fueron montoneros, fueron hijos de esa revolución que nunca terminó de gestarse.
Scalabrini Ortiz murió de cáncer, pobre, en el anonimato. Su país no lo recordó ni lo recuerda. Su país sigue en el mismo lugar donde estaba, porque no se lo recuerda, porque no se lo lee, porque hubo un genocidio de generaciones políticas nuevas, porque sus libros siguen tan vigentes hoy como ayer. Da pena leer apenas el prólogo de uno de sus libros y ver el mismo país que él quiso reformar.
Es hora de pensar, de ser intempestivos y radicales.

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Prólogo de "Política Británica en el Río de la Plata" (1936)
Por Raúl Scalabrini Ortiz

La economía es un método de auscultación de los pueblos. Ella nos da palabras específicas, experiencias anteriores resumidas, normas de orientación y procedimientos para palpar los órganos de esa entidad viva que se llama sociedad humana. En puridad, la economía se refiere exclusivamente a las cosas materiales de la vida: pesa y mide la producción de alimentos de materia prima, tasa las posibilidades adquisitivas, coteja los niveles de vida y capacidad productiva, enumera y determina los cauces de los intercambios y, en momentos de fatuidad, pretende pronosticar las alternativas futuras de la actividad humana. Pero la economía bien entendida es algo más. En sus síntesis numéricas laten, perfectamente presentes, las influencias más sutiles: las confluentes étnicas, las configuraciones geográficas, las variaciones climatéricas, las características psicológicas y hasta esa casi inasible pulsación que los pueblos tienen en su esperanza cuando menos. 

El alma de los pueblos brota de entre sus materialidades, así como el espíritu del hombre se enciende entre las inmundicias de sus vísceras. No hay posibilidad de un espíritu humano incorpóreo. Tampoco hay posibilidad de un espíritu nacional en una colectividad de hombres cuyos lazos económicos no están trenzados en un destino común. Todo hombre humano es el punto final de un fragmento de historia que termina en él, pero es al mismo tiempo una molécula inseparable del organismo económico de que forma parte. Y así enfocada, la economía se confunde con la realidad misma.
 

Temas para extraviar son todos los de la realidad americana. Esa realidad nos contiene, su calidad condiciona la nuestra. Somos un instante de su tiempo, un segmento de su espacio histórico. Ella delimita constantemente la posibilidad del esfuerzo individual. No podemos ser más inteligentes que nuestro medio sin ser perjudiciales a los que quisiéramos servir y a nosotros mismos. Valemos cuanto vale la realidad que nos circunda.
 

La realidad se anecdotiza incesantemente en nuestros actos y en nuestros pensamientos sin que la inteligencia americana se preocupe de consignarlos. Solemos referirnos a los pasados de América que se anotaron con trascendencia histórica, solemos hilvanar imaginerías sobre su porvenir, pero el instante vivo en que la historia se confecciona, sólo ha merecido desdén de la inteligencia americana que podía haberlos descrito. Y ésa es una de las grandes traiciones que la inteligencia americana cometió con América.
 

Cuatro siglos hacen ya que la sangre europea fue injertada en tierra americana. Tres siglos, por lo menos, que hay inteligencias americanas nacidas en América y alimentadas con sentimientos americanos, pero los documentos que narran la intimidad de la vida que esos hombres convivieron no se encontrarán, sino ocasionalmente, por ninguna parte.
 

Razas enteras fueron exterminadas, las praderas se poblaron. Las selvas vírgenes se explotaron y muchas se talaron criminalmente para siempre. La llamada civilización entró a sangre y fuego o en lentas tropas de carretas cantoras. El aborigen fue sustituido por inmigrantes. Éstos eran hechos enormes, objetivos, claros. La inteligencia americana nada vio, nada oyó, nada supo. Los americanos con facultades escribían tragedias al modo griego o disputaban sobre los exactos términos de las últimas doctrinas europeas. El hecho americano pasaba ignorado para todos. No tenía relatores, menos aún podía tener intérpretes y todavía menos conductores instruidos en los problemas que debían encarar.
 

Sin un contenido vital, las palabras que en Europa determinan una realidad, en América fueron una entelequia, cuando no una traición. El conocimiento preciso de la realidad fue suplantado por cuerpos de doctrina, parcialmente sabidos, que no habían nacido en nuestro suelo y dentro de los cuales nuestro medio no calzaba, ni por aptitudes, ni por posibilidades, ni por voluntad. La deliberación de las conveniencias prácticas fue reemplazada por antagonismos tan sin sentido que más parían antagonismos religiosos que políticos o intelectuales. En esas luchas personales o absurdamente doctrinarias se disipó la energía más viva y pura que hubiera podido animar a estas nacientes sociedades.
 

Los revolucionarios de 1810, por ejemplo, con exclusión de Mariano Moreno, adoptaron sin análisis las doctrinas corrientes en Europa y se adscribieron a un libre cambio suicida. No percibieron siquiera, esta idea tan simple: si España, que era una nación poderosa, recurrió a medidas restrictivas para mantener el dominio comercial del continente ¿cómo se defenderían de los riesgos de la excesiva libertad comercial estas inermes y balbuceantes repúblicas sudamericanas? Pero el manchesterismo estaba en auge y a su adopción ciega se le sacrificó todas las industrias locales.
 

América no estaba aislada. Fuerzas terriblemente pujantes, astutas y codiciosas nos rodeaban. Ellas sabían amenazar y tentar, intimidar y sobornar, simultáneamente. El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de alguna de esas falsías.
 

Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos. Bajo espejismos tentadores y frases que acarician nuestra vanidad para adormecernos, se oculta la penosa realidad americana. Ella es a veces dolorosa, pero es el único cimiento incorruptible en que pueden fundarse pensamientos sólidos y esperanzas capaces de resistir a las más enervantes tentaciones. Desgraciadamente, es difícil aprehender con seguridad a nuestro país. Hay que darlo por presente en las meras palabras que lo denominan o en los símbolos que lo alegorizan. O ser extremadamente sutil para asir entre lo ajeno y lo corrompido esa materia finísima, impalpable casi e incorruptible que es nuestro espíritu, el espíritu de la muchedumbre argentina: venero único de nuestra probabilidad.
 

Todo lo material, todo lo venal, transmisible o reproductivo es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera. Extranjeros son los medios de transportes y de movilidad. Extranjeras las organizaciones de comercialización y de industrialización de los productos del país. Extranjeros los productores de energía, las usinas de luz y gas. Bajo el dominio extranjero están los medios internos de cambio, la distribución del crédito, el régimen bancario. Extranjero es una gran parte del capital hipotecario y extranjeros son en increíble proporción los accionistas de las sociedades anónimas.
 

Hay quienes dicen que es patriótico disimular esa lacra fundamental de la patria, que denunciar esa conformidad monstruosa es difundir el desaliento y corroer la ligazón espiritual de los argentinos, que para subsistir requiere el sostén del optimismo.
 

Rechazamos ese optimismo como una complicidad más, tramada en contra del país. El disimulo de los males que nos asuelan es una puerta de escape que se abre a una vía que termina en la prevariación, porque ese optimismo falaz oculta un descreimiento que es criminal en los hombres dirigentes: el descreimiento en las reservas intelectuales, morales y espirituales del pueblo argentino.
 

No es un impulso moral el que anima estas palabras. Es un impulso político. Cuando los estados Unidos de Norte América se erigieron en nación independiente, Inglaterra, vencida, parecía hundirse en la categoría oscura de una nación de segundo orden, y fue la energía ejemplar de William Pitt la salvadora de su prestigio y de su temple. Decía Pitt: "Examinemos lo que aún nos queda con un coraje viril y resoluto. Los quebrantos de los individuos y de los reinos quedan reparados en más de la mitad cuando se los enfrenta abiertamente y se los estudia con decidida verdad". Ésa es la norma de este libro.




Fuente: www.elortiba.org