En el Corso Peronista

Hugo Moyeja

Por Hugo Moyeja
Periodista Barra Brava



"Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes".
Juan Domingo Perón


                                                Ni bien bajé del subte en la estación Independencia sentí los bombos, desde el mismo sótano de la ciudad se escuchaba el rebatir. A medida que la escalera mecánica me asomaba al exterior, el bullicio aumentaba en un día soleado y caluroso, atípico para fines de junio; era como se suele decir, un día peronista. La 9 de Julio estaba colmada de gente, banderas, micros, ambulancias y motos. Las columnas de trabajadores se agrupaban por sectores de acuerdo a las delegaciones y se preparaban para marchar hacia la plaza. Todo en la Argentina obedece a ciertos rituales, y los ritos sindicales tienen esa extraña mezcla que se ve en el futbol, en las murgas y la kermese. Como buenos barras bravas agitan banderas y despliegan los gigantescos trapos, en donde se lee el nombre de la agrupación y el delegado. Cada agrupación va acompañada por una orquesta de bombos, redoblantes, silbatos, y cantitos de cancha tipo “olé olé olé, olé olé olé olá…”. La entrada a la plaza es muy importante, y todo está organizado. Las distintas delegaciones esperan en la 9 de Julio a que les den la orden para movilizarse. Algunas lo hacen por las diagonales, otras por la mismísima Avenida de Mayo. Como los Borrachos del Tablón o la 12, entran agitando las banderas en medio del estrépito de la murga y los cantos, apareciendo de entre las nubes de humo del chori y el paty, poseídos por el corso peronista, las bombas de estruendo y las bengalas.
Cuando parece que la plaza está llena, siguen llegando delegaciones. La marcha peronista se mezcla con la voz del locutor del acto, muy parecida a la del único orador del día, que insiste en los términos pacíficos de la movilización y el reclamo, y aprovecha para intercalar frases de Perón y de Evita. Se ve mucha gente contenta, como si estuviese en una fiesta, charlan, se ríen, se pasan bebidas y se hacen bromas. También vi muchos curiosos y turistas que sacan fotos. Se están divirtiendo, están disfrutando ese espléndido día peronista. Cierto es que cuando habla el orador casi nadie lo escucha, porque no van por él.
Ninguno de ellos representa al pueblo ni a los trabajadores. Tanto políticos como sindicalistas son millonarios, empresarios y están encadenados a intereses que nada tienen que ver con lo nacional y popular. Ojo que los profetas o mesías tarde o temprano mueren en la cruz para convertirse en mártires. Y ya sabemos que el dogma político vive de la fe y las esperanzas de los tontos. 
Es el resultado del cruce de generaciones políticas y gremiales, es la marcha peronista junto a las murgas y el barandazo a porro, todo mezclado en un realismo mágico a lo Gabriel García Marquez. Excrecencia de un país que es más la expresión de una obra de Ionesco, pero que sobrepasa lo absurdo para hundirse en lo patético, en las formas grotescas de procesos políticos movilizados por el odio y los viejos revanchismos. Una conquista épica que de pronto se convierte en pesadilla, una pesadilla que se repite una y otra vez como si fuese parte de un guión gastado, corregido según las circunstancias y las épocas. Las mezquindades y las ambiciones desmedidas que impiden proyectos colectivos y objetivos grandiosos. La mirada pequeña, el jibarismo de políticos lactantes y la mediocridad de dirigentes sindicales que piensan y actúan como señores feudales. Divididos por mentiras del pasado y egoísmos de moda, el país no sale del fango abstracto de relatos épicos que nada tienen que ver con nuestra realidad. Pero allí es donde se revuelcan los cerdos, en la promiscuidad política de izquierdas y derechas que abusan de las ideologías, pero que en definitiva abrazan el poder y el dinero, que no tienen ideologías ni religión.

Cuando me estaba yendo por diagonal norte, todavía llegaban delegaciones y agrupaciones. El olor del chori ya era parte de la naturaleza del lugar, y el sonido de los bombos se apagaba en el eco que devolvían los edificios. Me pregunté si no había sido testigo de una escena mil veces repetidas, mientras la marcha peronista se hacía oír todavía desde los parlantes de un micro. Así me fui, con el sabor amargo de estar atrapado en un viejo libro de historia. 


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Escuchá el audio con testimonios de dirigentes sindicales y populares, reproducido al aire por RADIO ATÓMIKA, en PAGA DIOS, el viernes 29/07/2012.


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