“La
importancia política que tiene la distribución de planes sociales para el
gobierno nacional podría ser sintetizado en una sola cifra: según la base del
presupuesto 2012, en un año se repartió 64.400 millones de pesos, entre más de 18
millones de personas, a través de 58 programas diferentes.
En
el mismo ejercicio, la gobernación bonaerense de Daniel Scioli, distribuyó 52
planes entre 4,2 millones de beneficiarios por 4640 millones de pesos. Es decir
que entre la Nación y la provincia, se invirtieron en 2012 más de 69.067
millones de pesos en transferencias sociales.
A
todo esto, hace más de un año que el Indec no informa sobre los índices de pobreza
e indigencia. La última vez que lo hizo, a mediados del año pasado, informó una
cifra más que engañosa: 4,7% de pobres y 1,4 de indigentes.
Para
el diputado Claudio Lozano las cifras de la pobreza son mucho más elevadas: el
Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, que él coordina, midió que un
grupo familiar que ingresa menos de $ 6 mil debe ser considerado pobre. En este
sentido, Lozano evaluó que un 36,5% de la población está en esa situación
(alrededor de 15 millones de personas). La línea de indigencia la colocó en $
3.400, y por debajo de ese índice se encuentra un 12% de los argentinos (cerca
de cinco millones de personas). Es decir que la mitad de los argentinos están
por debajo de la pobreza."
Más
allá de las cifras y estadísticas teledirigidas por intereses de distinto
sector, imagínense si hoy alguien tocara el botón rojo y se dejaran de pagar
los planes y asistencias sociales más los subsidios, el resultado sería
catastrófico. Y todo esto en un contexto de Década ganada.
Se
aplaude y glorifica a este gobierno por asistir desde el Estado a los más
necesitados, a los excluidos del banquete capitalista. Me parece perfecto que
en su momento se haya hecho con las víctimas del post 2001, pero el hecho de
que 13 años después esas políticas asistenciales sigan tan vigentes y sean tan
necesarias como antaño, no habla bien del milagro kirchnerista, y menos de una
década ganada. Un país que entre el 2003 y 2008 ha crecido a tasas de 2
dígitos, un país en donde, según nuestra excelentísima presidenta, los
empresarios la juntan en pala y los bancos locales son los más usureros del
mundo, un país que prometía la mejor distribución de las riquezas y la
inclusión de todos y todas, hoy tiene los mismos problemas que hace 20 años.
Por último, y para señalar que de alguna manera este es un problema mundial y no solo una trampa peronista, en EEUU el 35% de la población vive con cupones para alimentos, y casi la mitad de los estadounidenses recibe algún tipo de ayuda a través de subsidios.
Es lo que nadie quiere ver, es lo que los gobiernos quieren ocultar disfrazando con subsidios y planes sociales la cruda realidad: que ellos muy poco pueden hacer contra las mafias financieras y los monopolios de mercado. Mientras tanto, los aplaudidores y obsecuentes oficiales festejan las mentiras históricas del Billiken.