Cartas de Nietzsche Guevara - El Anticristo argentino

En un esfuerzo por poner en marcha la verdadera revolución, la transvaluación de todos los valores, Nietzsche Guevara, escribió una serie de cartas dirigidas a un grupo cuidadosamente seleccionado de personas, para comenzar con esta tarea. Su visión e interpretación del estado lamentable del mundo llama a perder la paciencia, e imprimir en la historia un acontecimiento irreversible que saque del poder a los enfermos y degenerados mentales.
Estas tres cartas transcritas a continuación son gentileza de la gente de PAGA DIOS, quienes fueron contactados por este extraño Zaratustra de las pampas. Según nos informaron, la revolución fue frustrada una vez más, y todavía este hombre, desde la clandestinidad, está esperando el momento justo para volver a lanzarse ante una nueva oportunidad histórica, que deje en jaque a la dictadura mundial de esclavos.


Carta 1

Queridos amigos:
                                   Mis disculpas, pero no podré ir como prometí. Asuntos muy importantes me reclaman a último momento. La revolución es inminente, las máscaras se caen y los degenerados que usurpan el poder son cadáveres políticos. Las condiciones están dadas para que este Manicomio sea prendido fuego. Los muertos vivos y los vivos muertos no pueden seguir más al mando de las cosas, es hora de perder la paciencia y curar a este mundo de una larga enfermedad que lo mantiene postrado y empequeñecido.
Es hora de que nosotros, hijos de Dionisios, rujamos como leones en medio de la selva y le digamos NO a los enfermos y degenerados mentales. Porque ya hace tiempo que la verdad está desnuda ante nuestros ojos: lo peor y más bajo de la humanidad ha triunfado, los débiles, los esclavos y los enfermos impusieron su punto de vista y sus valores. Hace tiempo que el hombre viene siendo nivelado hacia abajo, empequeñecido, reducido a sus formas más débiles, enfermado por dentro por la religión y la democracia moderna. El hombre debe reducirse a un esclavo para poder adaptarse a esta forma de vida, y la vida, así, se convierte en una lenta y dolorosa enfermedad que nos queremos sacar de encima como un gran lastre.
Es hora de decirle SI a la vida, a los instintos, a la locura. Es hora del motín en este Manicomio, en donde los enfermos morirán en la soledad de sus venenos y una nueva Salud le cambiará la cara al mundo.
Nosotros, hijos de Dionisios, estamos llamados a esta tarea transformadora. Por eso cuento con ustedes, y ustedes con nosotros. Juntos destruiremos a martillazos el Nihilismo Oscurantista.
Atentamente, Nietzsche Guevara


Carta 2

Amigos míos:
                        Esto va más rápido de lo que pensé. Día a día, minuto a minuto somos más. El movimiento crece y la paciencia se agota. Nuevas tareas y urgencias me retienen. La responsabilidad es muy grande y la oportunidad histórica única. El enemigo del hombre y de la vida está alerta, y no es el diablo. El calumniador del cuerpo y de la alegría está al acecho. Los traidores cambian sus disfraces y sirven al amo por dinero, honores y una migaja de poder. Así se rinde honores a la bajeza, a la traición, a la debilidad, a la cobardía, a la ignorancia, a la mediocridad, a la obediencia, a la moda, al fetichismo, a la frivolidad, y otras virtudes modernas. Entonces, para ser reconocido y llevarse los aplausos sociales, hay que alinearse a lo que la civilización dice que está bien. Esta es la evidencia del extraño fenómeno histórico en donde los débiles vencen a los fuertes. Así es como los esclavos terminan por dominar al hombre noble. Y no fue por adición de sus fuerzas como lograron esto, sino por separar al fuerte de lo que él puede, enfermando sus instintos con el veneno de la culpa. Llevando a cabo su venganza como lo hace una terrible enfermedad: por contagio.
“Yo puedo ser como el león, pero tengo las fuerzas de prohibírmelo”. Así habla un esclavo, así disfraza su cobardía presentándola como una gran conquista. Así triunfa su enfermedad y la potencia de su contagio. Así empequeñecen el mundo, en donde ya no queda lugar para la vida salvaje, sino para el tranquilo y monótono pastoreo de las ovejas y el pacífico rumiar de las vacas. Los leones son prohibidos. Los leones comienzan a sentirse culpables de su apetito y de su insolente rugido, y entonces se obligan a ser como las ovejas y terminan rumiando como las vacas. El león ahora está enfermo, pero cree que lo han curado de una terrible enfermedad: la de ser león.
Este terrible daño a la salud de la humanidad ha sido inoculado por el cristianismo, el capitalismo financiero, el comunismo socialista, el totalitarismo, el imperialismo democrático, la globalización, y cualquier forma que busque la estandarización e impersonalidad del hombre. Compárese cualquiera de estos nihilismos decadentes con el Imperio Romano, con las Polis Griegas, con el Zaharismo Ruso y sabrán entonces el daño que se ha hecho. Compárese cualquier bufón político moderno con un Cesar, un Napoleón, un Pericles o un San Martín, y se podrá sentir en toda su dimensión el hecho de que hoy ya no hayan grandes hombres ni grandes civilizaciones. Son asfixiados y condenados antes de poder dar un gran paso.
Pero lo peor de todo esto es que parezca normal, que la debilidad sea el patrón de medida, que la impersonalidad y la igualación sean los derechos eternos de la humanidad. Que no se quiera a lo grande, que no se quiera ser fuerte, que la locura sea un delito, que la fuerza no quiera ser fuerte. Esto es obra de degenerados mentales y tísicos del alma. No podemos querer que esto siga así. No hacer nada es legitimarlo. No perder la paciencia es una apología de la debilidad.
Solo el espíritu de Dionisios nos lleva a escalar grandes cumbres y a bailar sobre los muertos vivos. Solo así podremos crear con la inocencia de un niño y la sabiduría de un viejo Vizcacha.
Atentamente, Nietzsche Guevara

Carta 3

Queridos amigos:
                                   El mundo se cae a pedazos y todos hacen lo imposible para sostener las ruinas, para conservar un mundo arruinado. La avaricia y el egoísmo enfermo de los buitres solo quieren la carroña de hoy y piensan en los cadáveres que quedarán mañana.
Nosotros queremos tirar los andamios y las viejas columnas que sostienen a esta moribunda civilización. Hay que ayudarla a morir, y así empezar a construir algo nuevo. No queremos el poder, tenemos el poder, y poder es crear. Esa es nuestra voluntad, esa es nuestra alegría. Querer esto es crear nuevos valores, no desear valores establecidos. Ahí está la seducción y la trampa: crear sin buscar el aplauso social. ¡Qué mierda nos importa a nosotros la sociedad y sus valores!
El hombre tiene que ser superado, esta lamentable organización de esclavos y enfermos tiene que quedar en la historia como un grotesco recuerdo.

Atentamente, Nietzsche Guevara


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