Malvinas - Pensar al revés

Por Justo Laposta
Filosofista - Opinólogo



MEJOR NO HABLAR DE CIERTAS COSAS

El absurdo político y la elocuencia degenerada de su discurso, parecen no tener límites ni rumbo. Cuando las noticias de gran porte nos sorprenden, hay que desconfiar, hay que leer entre líneas, hay que escuchar lo que no se dice, lo que se esconde detrás de tanto palabrerío. La noticia de que Gran Bretaña va a explotar petróleo en los mares de las islas Malvinas, llega con el espanto de una novedad sorpresiva, con la agresión de la impertinencia. Pasemos por alto esta ingenuidad, porque en las altas esferas del poder estas cosas se saben con mucha antelación. Fijémonos sin embargo dónde se pone el acento del conflicto, y cuales son las paradojas y las miserias políticas que se ocultan con esto.
El reclamo que hace el gobierno argentino ante la comunidad internacional, es que no se puede llevar a cabo una empresa de semejante envergadura en un territorio con disputa de soberanía. La historia del archipiélago es larga y merece un texto aparte por su extensión y complejidad. El punto es que el reclamo de soberanía por parte de nuestro país sobre las islas es justo y lógico, si tenemos en cuenta que Gran Bretaña está a 18000 kilómetros de distancia del archipiélago que está frente a nuestras costas. La ocupación por parte de los británicos de estas islas, responde a su estrategia imperial de corte económico-militar, con bases claves en colonias alrededor del globo. Ya lo explicitó Scalabrini Ortiz en su libro “Política británica en el Río de la Plata: “Crear bases marítimas, instigar unos estados contra otros, mantenerlos en mutuos recelos, impedir la unión de las dos fracciones continentales, la América del Norte y la América del Sur, tal es justamente la obra perniciosa desarrollada en silencio por Inglaterra. Su resultado más visible es el collar de bases marítimas que rodea a América. Las Malvinas, que es actualmente una estación naval de primer orden, construida especialmente para la defensa de los intereses británicos en Sud América, según los términos textuales de la Conferencia Naval de Singapur, realizada en 1932. Las Malvinas en el Sud. Las islas Trinidad, San Vicente, Barbadas, Jamaica, Bahamas y Bermudas en el Centro y en Norte de la América, además de las posesiones continentales de Guayanas y de la Hondura Británica.”
Escuchemos de que manera ataca nuestra política a este gigantesco monstruo de mil tentáculos. La presidente de la nación dijo en su discurso en la cumbre de Cancún: “Los que tienen un sillón permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pueden violar sistemáticamente las resoluciones de ese organismo y el resto de los países se ven obligados a cumplirlas bajo pena de ser considerados un país enemigo, intervenido bélicamente o intervenidos políticamente sus gobiernos”. ¡Que descubrimiento impresionante! ¡Que golpe duro para los viejos piratas de ultramar! ¿Nadie sabe a esta altura por qué intereses fue creada la ONU? ¿Por qué ir a hacer un reclamo de soberanía al lugar menos indicado? ¿Acaso alguien esperaba que los británicos dieran vuelta sus buques y volvieran a casa después de las medidas tomadas por el gobierno de pedir esos permisos absurdos para cruzar nuestros mares? ¡Los ingleses pidiendo permiso, cuando la historia nos cuenta que siempre entraron por la ventana! Pero bueno, por lo menos sabemos que Gran Bretaña respiró tranquila al saber que Argentina desechó la posibilidad de un conflicto armado. A veces no sé si reír o llorar.
La acción diplomática fue aplaudida por todos. ¡Claro, cuando no! Si perdemos a la guerra, imaginémonos como nos va a ir con la diplomacia. En el mejor de los casos nos hacen socios y terminamos pagando el total de las inversiones para que ellos se lleven el total de las extracciones. Recordemos lo que decía Scalabrini Ortiz con respecto a la diplomacia británica en el libro citado más arriba: “La diplomacia inglesa es el instrumento ejecutivo que en sus relaciones con el extranjero, tiene la necesidad de expansión y la voluntad de dominio del Imperio de la Gran Bretaña. Donde hay un pequeño interés presente o futuro, la diplomacia inglesa tiende sus redes invisibles de conocimiento, de sondeo, de preparación o de incautación. (…) Más influencia y territorios conquistó Inglaterra con su diplomacia que con sus tropas o sus flotas. Nosotros mismos, argentinos, somos un ejemplo irrefutable y doloroso. Supimos rechazar sus regimientos invasores, pero no supimos resistir a la penetración económica y a su disgregación diplomática. (…) El arma más terrible que la diplomacia inglesa blande para dominar los pueblos es el soborno. Así se inició su grandeza y han sido fieles a la tradición. (…) Una de las características más temibles de la diplomacia inglesa, porque dificulta enormemente el inducir en qué dirección están trabajando, es la de operar a largo plazo. Asombra conocer los planes ingleses trazados a principio del siglo pasado y comprobar la meticulosidad con que se han llevado a cabo.” Esto fue escrito en 1936, por un hombre que no se callaba nada. Esto es desenmascarar al enemigo, dejarlo desnudito delante de todos, mostrar como funcionan las relaciones de fuerzas y de qué manera. Nuestros políticos de hoy se llenan la boca de latiguillos baratos que no asustan a nadie y que no muestran el verdadero trasfondo de las cosas. No hay voluntad de solucionar nada. Con la guerra no nos fue mejor, y queda demostrado que también fue una mentira nazionalista. Pensemos en una cosa. Cuando una nación le declara la guerra a otra, lo primero que hace es confiscar todas las cuentas que esta tenga en el país y expropiar sus empresas. Es lo que Perón hizo de manera estratégica al declararle la guerra a Alemania poco antes de que terminara la segunda guerra mundial. ¿Qué pasó  en 1982? Nada. Las empresas y los capitales británicos seguían operando con una argentinidad que daba miedo. Bastaba con confiscar y expropiar para recuperar ya no la soberanía sobre las islas, sino la soberanía nacional, económica y política que nos falta.
Y ahí radica el gran absurdo político de este reclamo. ¿Por qué nos preocupa tanto la soberanía de las islas si todavía no pudimos conquistar nuestra soberanía política y económica? ¿No es una discusión menor que tapa una de mayor importancia y significado? ¿Por qué tanta crispación por la explotación de petróleo en el mar de las islas si ni siquiera se mueve un dedo por nacionalizar el petróleo que sale de suelo argentino y que está en manos de petroleras inglesas y norteamericanas? Como siempre, las energías políticas y los cerebros más audaces gastan pólvora en chimangos. Todavía nos creemos que la diplomacia sirve para algo bueno, que invita al diálogo y evita las guerras. Como si las guerras se ganaran con armas. Ya sabemos a quien sirve la dilomacia, y quién es siervo de quién. Luego los medios nos rezan el rosario y nos ponen la novela. Así se lleva a la opinión pública de las narices, se invierten los valores, se enseña a pensar al revés, a juzgar sin juicio.
Primero hay que recuperar nuestra soberanía y después ocuparnos de las Malvinas. Que nadie nos mienta más con esos alardes soberanos propio de esclavos. Pongamos las cosas en el orden que tienen que ir. No es muy difícil darse cuenta de esta estafa en nuestra conciencia nacional.


RECURSOS NATURALES Y BASES MILITARES

Más allá del absurdo político argentino, hay algo que también invita a pensar. Según el diario ingles The Sun, el subsuelo marino de las islas podría albergar reservas de unos 60 mil millones de barriles de crudo. Para tener una idea de lo que esto significa, la mayor reserva de petróleo que se conoce hasta hoy es la de Ghawar, en Arabia Saudita, estimada en 80 mil millones de barriles. Lo curioso es que en 1998, última vez que se hicieron prospecciones en las cuencas marinas de las islas, se abandonó el proyecto porque no se consideraba rentable. Si este cambio de rentabilidad no es sospechoso, por lo menos llama la atención. Pero como bien dijo Saclabrini Ortiz, los británicos operan a largo plazo, y es difícil inducir qué es lo que traman. Sin embargo podemos aventurar alguna especulación. ¿Cómo enviar flotas a una base naval sin llamar demasiado la atención? Generando un conflicto como pantalla de humo. Desviar la atención hacia otro lado, encubrir las verdaderas intenciones con cuestiones coyunturales. No es poca casualidad que Estados Unidos instale cinco bases más en Colombia con la excusa del “narcoterrorismo”, y Gran Bretaña envíe dos buques de guerra a las islas para reforzar su defensa naval. A pesar de que esto fue desmentido por el propio ministro de guerra inglés, es interesante escuchar de sus propios labios información interesante del despliegue bélico asentado en las islas, y lo preocupados que están en defender sus intereses en el sur: "El Gobierno está totalmente comprometido a proteger los territorios del Atlántico Sur, que incluyen las islas Falkland (Malvinas). Hay ya en las islas una fuerza de disuasión, que comprende un abanico de activos terrestres, aéreos y marítimos que mantienen colectivamente nuestra defensa. Tenemos una presencia permanente en el Atlántico Sur, que incluye una fragata/destructor, un buque patrulla, un barco de vigilancia y otro dedicado al abastecimiento de la flota. Tenemos también 1.076 efectivos en tierra", explicó el portavoz del Ministerio. 
Una “fuerza de disuasión” interesante diría yo. Interesante también saber como llaman ellos al arsenal bélico que tienen preparado para los revoltosos del sur. Si bien no es nada comparado a lo que tienen desplegado en medio oriente, es suficiente para operaciones exitosas en países desarmados y distraídos como el nuestro, y es un punto clave, ya que en pocos días se pueden asentar allí tropas, flota y aviones. Se puede ver en un mapa dónde están parados en Latinoamérica, y teniendo en cuenta que el imperio anglonorteamericano opera a largo plazo, da miedo pensar lo que se viene. No solamente es petróleo, también es agua y biodiversidad lo que se esconde detrás de toda está telenovela. Son datos que no se nos tendrían que escapar, más de uno ya está levantando la voz al respecto, pero los políticos siguen en cumbres inútiles, en donde se habla de otra cosa, en donde se pide apoyo para un reclamo insignificante, haciéndole el juego a la diplomacia inglesa, que como siempre, y con la complicidad de los cipayos de turno, logran su cometido sin llamar la atención.




LA SOBERANÍA QUE NO SE DICE


¿Por qué con todo este revuelo no sale a la luz esta información?