H.
G. Wells publicó su novela “La guerra de los mundos” en 1898, en donde se
describía una invasión marciana a la tierra, relato que marcaría para siempre
este género de ciencia ficción. Treinta años después, el 30 de octubre de 1938,
Orson Welles presentó una adaptación de la novela para radio en la red de
Columbia Broadcasting System, que transmitía de costa a costa de los Estados
Unidos. Bajo su dirección, la obra fue escrita e interpretada para que sonara
como una transmisión de noticias acerca de una verdadera invasión procedente de
Marte, una técnica que, presumiblemente, tenía por objeto aumentar el efecto
dramático. A medida que la obra se desarrollaba, esta era interrumpida varias
veces por boletines de noticias falsas que decían por ejemplo, que un enorme
objeto en llamas había caído en una granja cerca de Grovers Mill, Nueva Jersey,
o un mensaje del presidente Franklin Roosvelt (imitación del mismísimo Welles)
alertando a los ciudadanos del ataque alienígena.
A
pesar de que la audiencia fue advertida en dos oportunidades de que era una
obra de ficción, un radioteatro como diríamos nosotros, la gente comenzó a
entrar en pánico y una multitud se echó a las calles despavorida, algunos se
escondían en los sótanos, otros cargaron sus pistolas, muchos envolvieron sus
cabezas en toallas mojadas como medida de protección contra los gases tóxicos
de Marte, los teléfonos de las comisarias y los de la radio no paraban de
sonar, incluso hay versiones no corroboradas de una ola de suicidios. Ante tal
alboroto, un día después Welles tuvo que salir a pedir disculpas.
Sin
embargo varios periódicos alabaron el programa de Orson Welles con
calificativos tales como: “Hitler logró
asustar a todos en Europa hace un mes, pero al menos tenía un ejército y una
fuerza aérea para respaldar sus palabras… pero el señor Welles metió el miedo a
la población sin nada en absoluto…”
Sin
lugar a dudas Orson Welles fue el precursor de lo que hoy llamamos “periodismo
independiente”. Su genio logró construir una estructura de dramatización radial
que tuvo efectos concretos a pesar de haber alertado a la audiencia de que era
una ficción. Seguramente los popes de los medios vieron en este acontecimiento
algo que no podían dejar pasar por alto. Y no solo no lo dejaron pasar, sino
que lo mejoraron y lo hicieron extensivo a la televisión y los diarios.
En
Argentina venimos de presenciar una Guerra de los mundos, en donde unos genios
macabros adaptaron un guión apocalíptico donde se repetía todos los días que
mañana era el fin del mundo, como buenos Testigos de Jehová. A pesar de que la
audiencia fue advertida en varias oportunidades de que era una obra de ficción,
un radioteatro trágico repetido, la gente comenzó a entrar en pánico y una multitud
se echó a las calles despavorida en marchas del odio, otros cargaban sus
pistolas esperando el golpe, mientras millares compraban dólares blue para no
caer en la miseria y envolvían sus cabezas en papel prensa como medida de
protección contra los gases tóxicos del populismo. Gracias a Dios el guión
preveía un Mesías blanco de ojos celestes, un Newman que nos traería el Paraíso
de la Felicidad y nos salvaría de ser una puta Venezuela. La gente compró las
entradas a esta farsa y hoy asisten a un verdadero espectáculo de horror como
víctimas de una guerra, donde su sangre riega los campos de la opulencia de una
minoría. Por eso podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que hubo un
suicidio en masa, aunque nadie lo quiera corroborar.
A
diferencia de Welles, acá nadie saldrá a pedir disculpas. ¡¿Por qué lo harían?!
El poder económico está deslumbrado de los resultados conseguidos, ya que en
otras épocas tenían que recurrir al ejército, las torturas y las
desapariciones, pero estos genios malignos metieron el miedo a la población sin
nada en absoluto.
Les
informamos en este boletín, barriletes cósmicos del voto, que la invasión fue
todo un éxito.
Editorial
El Nido del Cuco
26 de Octubre
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