Otra Remake



-En circunstancias apropiadas un productor podría hacer más dinero con un fracaso que con un éxito, – le dice casi sin darse cuenta Leo Bloom, el contador, al fracasado productor teatral Max Bialystock. - Usted puede pedir a los inversores un millón de dólares, gastar cien mil, y guardarse el resto.
En este ínfimo diálogo de la grandiosa comedia musical de Mel Brooks, The Producers, está concentrada, como un elefante en un dedal, una idea poderosa. Fijémonos sino en los ingredientes de la trama:
La primera tarea de los nuevos socios es encontrar la peor obra teatral jamás escrita que garantice un fracaso la misma noche del estreno. La obra elegida es “Primavera para Hitler”, un auténtico despropósito, una oda al Führer firmada por un trastornado autor neonazi. Lo segundo es contratar al más fracasado Director teatral que pueda haber y un elenco de malísimos actores. Con los derechos de la peor obra jamás escrita y un contrato firmado por el director más desastroso de Broadway, Max y Leo regresan triunfantes a su oficina. El último paso es conseguir dos millones de dólares de los inversores y Max lo logra fácilmente seduciendo a todas las ancianitas adineradas de Nueva York.
La trama es tan poderosa que no solo es la acción de la obra, sino que es la idea que mueve el mundo financiero hace muchísimos años: Las fortunas se hacen con grandes fracasos. “La guita no la hizo laburando”, solemos decir de cualquier millonario. Y sí, es así. No sabemos si la verdadera intención de Mel Brooks fue hacer una simple y disparatada comedia musical, o una crítica del capitalismo financiero. Quizás sea una mezcla de las dos cosas.
¿No les recuerda a algo esta comedia musical? ¿No les resulta familiar esta disparatada trama?
Bueno, usemos el mismo argumento como una alegoría de nuestro propio presente de la siguiente manera: los argentinos estamos asistiendo a la peor obra teatral jamás escrita, y sabemos que es un fracaso rotundo porque ya vimos varias obras parecidas. No tendríamos ningún problema en titularla “Primavera para Hitler”, porque  sabemos que está pergeñada por una banda trastornada de autores neonazis. Está de más decir que para llevarla a cabo contrataron al peor y más desastroso director que podía haber en nuestros pagos, el más Gato de todos, el más inepto y venal, junto al peor elenco de actores de los últimos 50 años. Con este combo explosivo salieron a buscar inversores, ancianitas adineradas del norte, que fueron seducidas fácilmente, porque el negocio era redondo y con cero riesgos.
Bueno, parece que la trama funciona. Mel Brooks es un genio. Pero lamentablemente esto no es una comedia musical, estamos hablando de la vida de millones de personas y del futuro de otros tantos millones. No hay dudas que esta patética obra será un fracaso trágico, trágico para todos los argentinos, y un éxito millonario para una minoría de elite. No hay dudas de que se repartirán las inversiones que nunca se invirtieron y nos dejaran las deudas que nunca se terminarán de pagar. No hay dudas, nadie irá preso.
Sin embargo hay algo muy curioso y más difícil de explicar: cómo es posible que el público siga pagando la entrada a un espectáculo que es un fracaso asegurado de ante mano, la peor obra jamás montada, que a su vez es una burda adaptación de otros fracasos. Una obra macabra, con un poder de daño tremendo, en donde una vez que caiga el telón no se oirán aplausos ni risas, ni siquiera habrá actores ni directores ni guionistas que salgan a dar la cara ante tremendo fraude. La culpa será nuestra como siempre, porque como se suele repetir, tenemos los gobiernos que nos merecemos.

Mientras tanto, y a pesar de todo, señoras y señores, el show debe continuar…

Editorial 
El Nido del Cuco
16 de Noviembre

La guerra por otro medios



H. G. Wells publicó su novela “La guerra de los mundos” en 1898, en donde se describía una invasión marciana a la tierra, relato que marcaría para siempre este género de ciencia ficción. Treinta años después, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles presentó una adaptación de la novela para radio en la red de Columbia Broadcasting System, que transmitía de costa a costa de los Estados Unidos. Bajo su dirección, la obra fue escrita e interpretada para que sonara como una transmisión de noticias acerca de una verdadera invasión procedente de Marte, una técnica que, presumiblemente, tenía por objeto aumentar el efecto dramático. A medida que la obra se desarrollaba, esta era interrumpida varias veces por boletines de noticias falsas que decían por ejemplo, que un enorme objeto en llamas había caído en una granja cerca de Grovers Mill, Nueva Jersey, o un mensaje del presidente Franklin Roosvelt (imitación del mismísimo Welles) alertando a los ciudadanos del ataque alienígena.
A pesar de que la audiencia fue advertida en dos oportunidades de que era una obra de ficción, un radioteatro como diríamos nosotros, la gente comenzó a entrar en pánico y una multitud se echó a las calles despavorida, algunos se escondían en los sótanos, otros cargaron sus pistolas, muchos envolvieron sus cabezas en toallas mojadas como medida de protección contra los gases tóxicos de Marte, los teléfonos de las comisarias y los de la radio no paraban de sonar, incluso hay versiones no corroboradas de una ola de suicidios. Ante tal alboroto, un día después Welles tuvo que salir a pedir disculpas.
Sin embargo varios periódicos alabaron el programa de Orson Welles con calificativos tales como: “Hitler logró asustar a todos en Europa hace un mes, pero al menos tenía un ejército y una fuerza aérea para respaldar sus palabras… pero el señor Welles metió el miedo a la población sin nada en absoluto…”
Sin lugar a dudas Orson Welles fue el precursor de lo que hoy llamamos “periodismo independiente”. Su genio logró construir una estructura de dramatización radial que tuvo efectos concretos a pesar de haber alertado a la audiencia de que era una ficción. Seguramente los popes de los medios vieron en este acontecimiento algo que no podían dejar pasar por alto. Y no solo no lo dejaron pasar, sino que lo mejoraron y lo hicieron extensivo a la televisión y los diarios.
En Argentina venimos de presenciar una Guerra de los mundos, en donde unos genios macabros adaptaron un guión apocalíptico donde se repetía todos los días que mañana era el fin del mundo, como buenos Testigos de Jehová. A pesar de que la audiencia fue advertida en varias oportunidades de que era una obra de ficción, un radioteatro trágico repetido, la gente comenzó a entrar en pánico y una multitud se echó a las calles despavorida en marchas del odio, otros cargaban sus pistolas esperando el golpe, mientras millares compraban dólares blue para no caer en la miseria y envolvían sus cabezas en papel prensa como medida de protección contra los gases tóxicos del populismo. Gracias a Dios el guión preveía un Mesías blanco de ojos celestes, un Newman que nos traería el Paraíso de la Felicidad y nos salvaría de ser una puta Venezuela. La gente compró las entradas a esta farsa y hoy asisten a un verdadero espectáculo de horror como víctimas de una guerra, donde su sangre riega los campos de la opulencia de una minoría. Por eso podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que hubo un suicidio en masa, aunque nadie lo quiera corroborar.
A diferencia de Welles, acá nadie saldrá a pedir disculpas. ¡¿Por qué lo harían?! El poder económico está deslumbrado de los resultados conseguidos, ya que en otras épocas tenían que recurrir al ejército, las torturas y las desapariciones, pero estos genios malignos metieron el miedo a la población sin nada en absoluto.

Les informamos en este boletín, barriletes cósmicos del voto, que la invasión fue todo un éxito.

Editorial
El Nido del Cuco
26 de Octubre

Alto Bondi



El Bondi es un medio de transporte popular, como el tren. Como lo usan los trabajadores y la gente de a pie, debe ser económico y en lo posible eficiente. Porque todos los días millones de personas se movilizan en él para ir a sus trabajos o buscar uno. Por eso cuando vemos el montaje armado en donde se lo ve a mister president de la Nación viajando en un colectivo en Pilar con gente común y morocha, dialogando amenamente como si fuese uno más, no hace falta que alguien nos advierta que es una farsa armada para que los medios militantes muestren a un presidente cerca de la gente trabajadora que le sonríe y le charla en pleno viaje, contrarrestando así la opinión general de que solo gobierna para los ricos. No hace falta que nos muestren que bajó de un helicóptero, y que, rodeado de una guardia imperial se suba a un colectivo lleno de punteros PRO para hacer un recorrido de algunas cuadras por una calle de tierra desértica solo para la foto.
A ver, todos sabemos que nació en cuna de oro y que no conoce lo que es trabajar, ni viajar en transporte público, ni siquiera habrá manejado en su vida un auto porque siempre tuvo chofer. Tampoco sabe lo que es pasar hambre o frío, o perder el laburo y tener que llegar a casa con la cabeza gacha y la angustia atravesada en la garganta por la incertidumbre de mañana. Precisamente en sus gestiones de gobierno fue cuando aumentaron astronómicamente los pasajes de los transportes, multiplican la rentabilidad de las empresas privadas, que reciben subsidios y no invierten, y pierde el pasajero, que paga caro para viajar mal. Es este mismo presidente el que le echa la culpa a la gente por la crisis energética, la derrochamos porque era barata, andabas en remera en tu casa en invierno maldito fucking crazy, por eso te abrocha un tarifazo confiscatorio como nunca se vio en la historia. Y por si fuera poco te dice que sos un vago, que abusas de la licencia y que en última instancia sos un palo en la rueda cuando salís a defender tus derechos.  ¿Y todavía no te diste cuenta que te habla como un patrón de estancia?
Bueno, no sé si te acordás, en campaña era más peronista que Perón, y acusó de campaña del miedo al otro que te advertía que esto iba a pasar. Y las únicas promesas que cumplió inmediatamente después de asumir son las que les había hecho a los empresarios y a la oligarquía rural. Cómo será el desprecio que siente por las clases populares y los más pobres que manda a un juez a quemar cunas, cunas destinadas a los que ya nacen sin nada. No es algo simbólico, es la consecuencia del odio revanchista de los que creen en la meritocracia, los mismos que antaño pregonaban que los negros levantaban el parqué para hacer asado y que no laburan porque no quieren, porque laburo hay. Son los mismos que hoy juran que el populismo se acabó. Vinieron a acabar con el Estado, porque sabés qué, el Estado sos vos, no es un gobierno. Por eso te quieren convencer de que el Estado es un aguantadero del peronismo, lleno de ñoquis y militantes. ¿Será por eso que los están echando como a perros rabiosos y poniendo a sus amigos con sueldos gerenciales? El achicamiento del Estado es una fórmula conocida que ya sabemos en qué termina. Un Estado ausente, un Mercado violento e impune.

Por eso cuando vemos a un Macri viajando en bondi, solo nos queda una cosa por hacer: bajarlo a patadas en el culo, sabés por qué, porque seguro es uno de esos degenerados que te apoyan y eyaculan con carpa, y después le echa la culpa al de atrás. 

Editorial
El Nido del Cuco

Reos de la propiedad



Hay grietas más viejas que la de ser K o anti K. Hay una que divide a las personas entre delincuentes y ciudadanos. Pero ojo que cuando hablamos de delincuentes no nos referimos a financistas, funcionarios o narcotraficantes, sino más bien al ratero común y corriente, que a pesar de ser menos peligroso que los anteriormente enumerados, son una amenaza siempre latente y cercana a la propiedad y seguridad del vecino. Los grandes medios de comunicación hicieron un trabajo fino y maquiavélico durante décadas para que esa grieta sea un abismo infranqueable, instalando el tema de la inseguridad como uno de los más graves problemas que sufría la población. Destacó la total indiferencia o ineptitud de parte de distintos gobiernos para resolver el problema, para que renglón seguido apareciesen los apologistas de la mano dura, la baja de edad de imputabilidad, la pena de muerte o en última instancia la justicia por mano propia. En 1990 el caso Santos dividió las aguas, y no fue casualidad ni ingenuidad que lo bautizaran El Justiciero. Hay un deseo profundo en gran parte de la clase media argentina de ser un Charles Bronson o un Sledge Hammer. Sueñan con ser un justiciero que mata rateros o un policía violento al margen de la ley.
Hay una falsa idea inoculada en el sentido común de que la inseguridad es producto del exceso de garantías y derechos que tienen los delincuentes, que entran por una puerta y salen por la otra, o de la falta de un castigo ejemplar que haga recapacitar al bandido antes de cometer un delito, por ejemplo la pena de muerte. Sin embargo las estadísticas demuestran que en los países o Estados donde se aplica la pena máxima, los delitos y asesinatos no han disminuido, y también dejan en claro que los condenados son en su mayoría negros y pobres. Tampoco es verdad que haya exceso de garantías, sino en todo caso, que cuando no las hay se gobierna de facto o se violan los derechos humanos.
Hoy resurge la polémica con el caso del médico que mató al ladrón en extrañas circunstancias. Los periodistas, si es que se les puede llamar así, se frotan las manos y con los ojos en blanco, arrebatados por un éxtasis de fachismo místico, vierten su doxa venenosa sobre el sistema nervioso del medio pelo argentino, que inmediatamente se identifica con el médico y justifica su reacción como una legítima defensa. “Si salís calzado podés ganar o perder”, dijo un pseudo-periodista refiriéndose al delincuente. Pero esa máxima, aunque no lo advierta,  vale para ambos.
La pregunta es ¿qué es lo que está en juego? En última instancia lo que se defiende es la propiedad privada y la dignidad de un trabajador hecho y derecho, que todo lo que tiene lo hizo rompiéndose el culo trabajando, porque esos son los valores con los que lo educaron sus padres, para que un negro vago se lo venga a arrebatar sin más esfuerzo que empuñar un arma. Pura mierda de clase media que lustra su dignidad con valores conservadores y mira de reojo a los menos afortunados. Se creen más porque tienen más. Ser es tener, lo dice cualquier publicidad. Y de esta forma el señor propietario es poseído por las cosas, que valen más que la vida de un nadie. Así viven, cautivos del miedo.
La culpa tarde o temprano clava su aguijón, porque todos saben que lo que a uno le sobra es lo que a otro le falta. La tremenda desigualdad de recursos y oportunidades que es inherente al sistema capitalista propicia una guerra sin cuartel entre los que sostienen la pirámide. Una guerra que alimenta a los más ricos y a un sistema perverso de poder. Ni la mano dura, ni la pena de muerte, ni los justicieros solucionan las desigualdades del sistema. Mientras los pibes chorros matan en las calles o mueren en las cárceles, los hijos de la clase media se ahogan en alcohol y drogas, y muchas veces matan al volante. La Justicia, que siempre tiene los ojos vendados, deja libres a unos y condena a otros, porque no hay peor atentado que el que se hace contra la propiedad privada.

Vivir, en definitiva y como dijo el poeta, vivir solo cuesta vida. 

Editorial

El Nido del Cuco

La parte cívica


      Algunos se preguntarán por qué el presidente de la Nación habla de una guerra sucia al referirse a la última dictadura cívico-militar y relativiza el número de desaparecidos al decir que es una discusión sin sentido. ¿Será porque el grupo empresario de su familia creció exponencialmente a la sombra de los genocidas? ¿Será porque Cavallo y Melconian en el 82 llevaron a cabo el mayor acto de “socialización” de la historia económica argentina al estatizar la deuda externa de más de 70 empresas, entre ellas las del grupo SOCMA, transfiriéndole al pueblo una deuda de más de 23 mil millones de dólares? ¿Será porque Martinez de Oz fue asesor de Mauricio Macri durante muchos años? ¿Tendrá algo que ver que ahora los genocidas terminan sus condenas en sus casas?
Cuando hablamos de dictadura cívico-militar, en esa parte cívica entran todos estos empresarios que odian el socialismo pero que aman socializar sus deudas. En esa bolsa de gatos están los Macri, los Perez Companc, los Fortabat, los Bulgheroni, Cargill, La Nación, Clarín, Papel Prensa, Blaquier y una larguísima lista de subsidiados de elite. Sus fortunas fueron amasadas con sangre y terror, mediante el apoyo y la participación en un plan económico y parapolicial, que para llevarse a cabo desapareció y torturó a toda una generación de argentinos. En los 90’s volvieron a los ministerios junto a Cavallo, e hicieron otro desastre económico de proporciones más grandes. Entre las privatizaciones y una nueva socialización de pasivos, dejaron al país con más de la mitad de sus habitantes por debajo de la pobreza, y una crisis que agudizó el gobierno de la Alianza, otra vez con Cavallo a la cabeza.
¿Por qué esperar entonces que esos empresarios, que fueron y son parte de un poder perverso, mezquino y venal, hoy nos hablen de crímenes de lesa humanidad y de 30 mil desaparecidos? Fueron partícipes necesarios, beneficiarios directos, cómplices y autores del genocidio y la estafa que se llevó a cabo. No es por ignorancia que reivindican la dictadura y los 90’s. Es por filiación ideológica, por militancia servil y criminalidad impune. Se nota en los discursos del presidente y sus ministros el asco y el desprecio hacia todo lo popular, la desidia y el odio con la que están destruyendo la asistencia social del Estado y cualquier institución de inclusión. La impúdica transferencia de recursos del sector público al privado habla a las claras de quienes están en el poder. El terrorismo de Estado vuelve con nuevas armas de destrucción masiva. Pero ojo, son parte del poder, pero esclavos de un poder más grande. Así le rinden pleitesía al revanchismo de odio retroactivo que venía germinando en esta última década. Con el sí flojo obedecen sin medir las consecuencias, estos empresarios que son como piojos resucitados de la política.
Hoy están perdidos en un laberinto desconocido. Quizás esa sea nuestra única ventaja, que no tengan un líder ni un proyecto, tan esencial en la política. Pero no hay que subestimarlos. Hace 40 años fueron capaces de hacer cualquier cosa con tal de exterminar el populismo peronista e imponer su poder. Hoy ya se están empezando a ver signos de aquel pasado nefasto: represión de manifestaciones, ¡hasta a los jubilados les pegan!, ajustes y tarifazos al sector popular, liberalización de la economía, una granada en la puerta de la casa de una jueza, persecución ideológica y judicial; y no nos olvidemos que el triunfo de esta alianza ultra conservadora comienza el 18 de enero de 2015 con la muerte del fiscal Alberto Nisman. Justo el año de las elecciones, justo el fiscal que había denunciado a la presidenta Cristina Fernandez. Si de eso son capaces, tenemos que estar preparados para lo peor.

Y bueno, para todos aquellos que querían un cambio y votaron a esa parte cívica de la dictadura, los cucos queremos dejarles para la reflexión una frase de un genio del siglo XX, Albert Einstein, que dijo: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. La definición de la locura es continuar haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.”

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
17 de Agosto de 2016

Viva el Pop


     Dentro de un par de semanas se cumplirán ocho meses de gobierno de esta especie de CEO-Liberalismo, del mejor equipo de los últimos 50 años según Mauricio Macri. De seguro quedará como el peor de la historia, pero no podemos negar que será recordado como el más coherente, teniendo en cuenta que sigue a rajatabla y de manera rígida e inflexible el lineamiento ideológico del nuevo orden mundial. Desde el vamos, conformaron un gobierno gerenciado por CEO's y algún que otro mamarracho para debilitar el poder político del Estado, vaciarlo de ideas y proyectos, y alejarlo de la gente construyendo una piramide sin escalones. Ya lo habían dicho, el país hay que manejarlo como una empresa, y una empresa debe ser rentable, y si no se recurre a las variables de ajuste con el gerente de recursos humanos.
Todo indica hasta hoy que hemos entrado en una nueva etapa de colonialismo, en donde el imperio es transnacional y financiero. El nuevo Virreynato del Río de la Plata dejó en claro que asume los tres poderes. Los decretazos y los mamarrachos jurídicos a los que se presta cierto sector de la justicia así lo confirman. El Congreso es un Cabildo abierto a las débiles voces opositoras que van capitulando después de varios carpetazos, para sellar los salvoconductos de la infamia. El circo mediático se encargó de desprestigiar la política colgándole valijas de guita sucia mientras te anuncian la revolución de la alegría con tarifazos y despidos. Los globos de colores decoran sepulcros blanqueados y los fariseos todavía intentan convencerte de que esa es la verdadera casa de un ciudadano austero.
El cambio no era para vos, es para ellos. La coherencia neoliberal-conservadora trabaja para sí misma, y queda claro en los discursos de sus voceros el nivel de desprecio, de indiferencia e insensibilidad social para todo lo que quede por debajo de su clase. No les importa que te cagues de frío, quieren que te cagues de frío. Quieren que todo te cueste muchísimo, que la diferencia en la calidad de vida entre vos y ellos sea abismal, te quieren ver de pata al suelo, como hace doscientos años. Lo contrario es una irrealidad, una ilusión que tarde o temprano se paga caro. ¿Qué es esto de universidades por todos lados y fútbol gratis? ¿Nadie se dio cuenta que las pibas se embarazan para cobrar millonarios planes sociales? El populismo es un espejismo de alquimistas del relato y el Estado no es un aguantadero social.
Y a no olvidarse: solamente los países del primer mundo tienen derecho a subvencionar la economía, los servicios y proteger la industria nacional. La argentina está destinada a ser una granja agro-exportadora, o en el mejor de los casos un supermercado para el mundo de elite. Por eso vivimos angustiados cuando nos creemos la ilusión de ser independientes. Perdón querido rey, tus siervos vuelven a lustrar las cadenas y ajustar los grilletes. La revolución de alegres mitayos ya está en marcha.
Volvamos a un país magro, famélico, sin esa grasa militante ni esos ñoquis parásitos. Los verdaderos parásitos del Estado no aceptan competencia ahora que están de los dos lados del mostrador. Desideologisemos la política y hagamos del Estado un cajero automático. Basta de populacho. Mejor invitemos neonazis a la Rosada, que hacen pop, pop para divertirse.

Bienvenidos al Nuevo Virreynato del Río de la Plata.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
28 de Julio de 2016

Con la casa tomada


    Dentro de 3 días se cumplirán 200 años de la declaración de la independencia. Los cucos sentimos que no hay nada que festejar. No con un gobierno que el día de la memoria invita al presidente de los Estados Unidos y el día de la independencia lo sienta al rey de España en la casa de Tucumán, casi como un pedido de disculpas por el atrevimiento histórico de haber querido negar nuestro destino colonial o reconstruir una memoria hecha pedazos. Escucharemos discursos fríos y almidonados sobre la Patria y biografías nivel escolar sobre los libertadores. Estos nativos venales seguirán el protocolo oficial a pesar de que desprecian lo autóctono y popular del asunto; en el fondo sueñan con ser ejemplares súbditos del rey.
Así como Rivadavia y compañía traicionaron a los libertadores y promotores de una Patria Grande, para consolidar una factoría agroexportadora y ser adoptados por una nueva madre patria que nos abriera las puertas de la civilización, hoy la puñalada traicionera vino de mano del pueblo, que eligió en las urnas a esa oligarquía histórica, promotora de una patria chica, muy chiquita, en donde no hay lugar para todos.
200 años de historia pasaron ¿y no pudimos construir nada mejor que esto? Ahí están, los mismos cobardes y delincuentes en el poder, los mismos terratenientes y ganaderos alimentando barato al primer mundo, los mismos miserables en el Congreso abalando el saqueo y la miseria en nombre de un sinceramiento de elite corporativa, ahí está la misma prensa cómplice que no le importa escribir con sangre nuestro epitafio colonial.
Somos como la selección de fútbol. Tenemos a los mejores, llegamos a las instancias definitivas, pero en la final no metemos un gol, y el mejor de nosotros manda la pelota a la tribuna en un penal decisivo. No podemos levantar una copa, no creemos en nosotros mismos. Y cuando parece que lo vamos a lograr todo se derrumba.
Hay un cuento de Julio Cortázar que quizás define un poco nuestra idiosincrasia: Casa Tomada. Una casa grande y cómoda para una pareja de hermanos que viven de la renta del campo. Despreocupados, rutinarios. Hasta que un día le ocupan la parte de atrás. No importa, cierra la puerta del pasillo con llave, la vida continua a pesar de todo. Tratan de olvidarlo, de hacer como que no pasó nada. Ella teje, él revisa colecciones de estampillas de su padre. Así estaban bien, y poco a poco empezaron a no pensar. “Se puede vivir sin pensar”, dice él.

Así nos convencen todos los días a nosotros, se puede vivir sin pensar. Los delincuentes que tomaron la casa entrando por la puerta trasera, vienen a cobrar la hipoteca que mamá derrochó en una fiesta popular, esa ilusión y alucinación que tarde o temprano se paga muy caro. Mientras nos hacen sentir el olor sucio de la guita de la corrupción, destruyen políticas de Estado vía decretos, achicando así el Estado a tal velocidad, que cuando se nos ocurra reaccionar ya estaremos afuera, como los protagonistas del cuento, que una vez que se quedan en la calle, con una estúpida resignación cierran la puerta con llave y la tiran a la alcantarilla, no sea que a algún pobre diablo se le ocurra  robar y se meta en la casa, a esa hora, y con la casa tomada.

Editorial para EL NIDO DEL CUCO
6 de Julio de 2016