La guerra del cemento


A nadie le gusta que por el fondo de su casa pase el tren. Por eso generalmente paralelo a las vías corren calles o avenidas, y si hay terrenos estos en su mayoría son baldíos, llenos de basura y ratas. En Villa Bosch un grupo de vecinos decidió hace muchos años desmalezar y limpiar un terreno baldío lindero a las vías, y crear una huerta comunitaria, donde hasta hace poco tiempo se dictaban talleres y cursos dedicados a la ecología de manera gratuita, y era un lugar de visita de colegios y jardines como una manera de generar una conciencia ecológica.
De la noche a la mañana, horario de trabajo de ladrones y zorros, los vecinos se encontraron con el lugar ocupado por policías Federales. Sin orden de desalojo y en medio de un silencio cómplice de juzgados y funcionarios municipales, se impide el acceso de manera ilegal a los vecinos y colaboradores de la huerta, sin dar explicación alguna.
El cuidado comunitario impidió que volviese la maleza, pero no así las ratas y basuras humanas. Estás ratas, ahora de traje y corbata y uniformes armados, se quieren robar el lugar para desarrollar emprendimientos inmobiliarios bajo la mascarada de políticas sociales. Lavado de dinero en lavarropas de obras públicas, “prebendas” y “dádivas” que financian “proyectos municipales”, letrados de la codicia enemigos de la vida y la paz.  Las Mafias del cemento y las Escrituras, asociados a las Mafias Políticas y protegidos por Mercenarios Federales, llevan adelante una guerra contra los espacios públicos y modos de vida que no fomenten el consumo y el sentido de la propiedad.
Dejar que esto ocurra y no hacer nada es ser como ellos. Apostemos a un futuro sin ellos. Apostemos al compromiso. Hagámosle saber que su voluntad no es la nuestra.


PAGA DIOS estuvo en el lugar de los hechos y rescató esta nota con los protagonistas y una telefónica con uno de los fundadores de la huerta, que nos cuenta de manera clara el nudo de la cuestión.


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